Tras veinte años dedicándome a la
clínica psicoanalítica, puedo afirmar que el elemento común que acompaña a
todas las personas cuando acuden a terapia es el dolor. Dolor como malestar,
unido a la angustia, a la ansiedad, en diferentes variedades, pero coincidiendo
el dolor como compañía. Al principio de mi práctica médica, veía con sorpresa
que cuando las personas experimentaban algo de alivio en su dolor ( podríamos
llamarlo “dolor del alma ), abandonaban el tratamiento para volver de nuevo al
estado doloroso. En la terapia de pareja, el dolor que ambas partes se infligen
es lo más complejo de resolver hasta el punto que cuando sienten un alivio,
vuelven de nuevo a la búsqueda del estado doloroso. Esto me lleva al encuentro
de una frase: “el ser humano no puede vivir sin dolor”. En la afirmación de
esta frase sostengo que el dolor se convierte en una forma de vida, hasta el
punto que llega a ser arriesgado y en harto peligroso eliminarlo de la vida de
la persona, porque produce tal vacío en la misma, que difícilmente se puede
llenar con algo parecido al dolor. Las personas sufren. En dicho estado de
sufrimiento nos encontramos que la persona no abandona su sufrimiento, hasta el
punto de ver en dicho sufrimiento una necesidad permanente del mismo.
¿Podríamos llamar a esto masoquismo? Encontramos un goce inconsciente en el
dolor? ¿O dicho dolor tiene nombre y apellidos?¿Y si nuestro dolor se lo
estamos dedicando a alguien? El dolor, siempre va asociado a la moral, en el
sentido que las tendencias masoquistas o sufridoras, son mejor vistas por lo
social y por la propia moral que las tendencias sádicas. Esto quiere decir que
en todo masoquismo o sufrimiento, podemos descubrir en la persona un
sentimiento sádico hacia algo o alguien pero reprimido, censurado, oculto. Esto
quiere decir que en una variante del masoquismo, podemos decir que hay un
sadismo pero vuelto hacia la propia persona. La persona se maltrata, se agrede,
se tortura, sufre. Profundizando un poco más a nivel inconsciente, descubrimos
que el masoquista, no es a él a quien se inflige el daño, sino a la persona
hacia la que siente rencor y odio. Mediante un mecanismo complejo de proyección
e identificación, la persona sufridora se ha identificado en parte con la
persona causante de su dolor, de manera que lo incorpora a su yo y una vez
incorporado, lo tortura, lo maltrata hasta llegar a destruirlo como es en el
caso del suicida. Desde ahí, podemos entender el goce que existe en el
masoquismo, porque el masoquista goza torturando y maltratando a la persona
causante de su malestar. Digamos que el masoquista es un verdugo, un torturador
que pasa gran parte del día castigando a ese otro que odia, pero ese otro que
odia, lo ha incorporado a sí mismo y de ahí su goce masoquista que no deja de
ser un goce sádico. ( CONTINUARA ) De su próximo libro: Parejas Masoquistas.
lunes, 28 de enero de 2013
martes, 22 de enero de 2013
¿QUÉ SENTIDO TIENEN LOS TRASTORNOS MENTALES?
Si tuviéramos que definir el
concepto de enfermedad mental desde la medicina, habría que relacionarlo con la
capacidad invalidante que la patología mental produce sobre la vida del sujeto.
Cualquier patología psíquica- depresión, ansiedad, angustia, fobia, celos,
trastorno obsesivo, problemas sexuales, etc--- produce un malestar
significativo en la vida de la persona de manera que acaba produciendo un
condicionante de aspectos personales sobre la patología mental. Es decir, la
enfermedad mental genera un nuevo tipo de vida. El psicoanálisis, es la ciencia
que estudia la parte inconsciente de la persona y sus relaciones con la
realidad externa e interna. Estudios avanzados en psicoanálisis muestran que lo
que la medicina clásica o psiquiatría llama enfermedad mental, para el
psicoanálisis, la enfermedad mental sería un modo de “poder seguir adelante”,
digamos que la reorganización que la propia patología mental exige a la
persona, le hace reacomodar su vida en torno a su nueva forma de vivir su
realidad psíquica interna.
Es decir, que antes de la enfermedad
la persona era una persona diferente hasta después de la enfermedad que ya es
otra, junto a otras circunstancias. Lo interesante de analizar es que la
persona, acaba incorporando la enfermedad mental a su “yo” y lo acepta a modo
de compañía. Digamos que ahora son dos: la persona y su enfermedad. Ambas
conviven bajo el mismo techo pero las exigencias a veces son distintas. Los
trastornos mentales, exigen muchos sacrificios a la persona enferma, desde
querer vivir solos, a separarse, a dejar de trabajar, a abandonar una vida que
hasta ahora era la vida del sujeto. Pero la exigencia mas interesante es el
empobrecimiento como persona que la enfermedad mental produce sobre el sujeto.
Le va incapacitando para ser feliz, para disfrutar del amor, del deseo, del
trabajo, de la pareja, de los hijos, de la vida en general. Vemos que cuantos
mas sacrificios hace por su enfermedad, más exigente se vuelve la enfermedad
con la persona, hasta el punto de ver casos, donde la persona vive por y para
su enfermedad mental, como es el caso de la depresión o del trastorno obsesivo
compulsivo. Tanto en la depresión, como en el trastorno obsesivo compulsivo (
toc ) el grado de empobrecimiento de la persona ha sido paulatino y en aumento.
Observamos tanto en una patología como en la otra que la persona cada vez es
requerida mas y mas por su enfermedad hasta el punto de quedarse prácticamente
aislada dentro de una complejidad de síntomas difíciles de dominar y que
terminan acaparando todo el interés de la persona. Este dominio, de la persona,
sobre la voluntad de la conciencia, siempre nos ha llamado la atención, porque
observamos que por mucho que la persona ponga de su parte, poderosas fuerzas,
la acaban arrastrando al fondo oscuro de un túnel cuya salida, cada vez está
mas distante de la realidad, ya que la realidad de la persona enferma, nunca
coincide con la realidad del mundo exterior. Podemos decir, que su enfermedad
mental, la ha aislado del mundo, la ha apartado ( CONTINUARA )
Sin embargo, llama poderosamente la
atención que la propia persona afectada de algún síntoma psíquico no vea o que
no logre ver la dimensión de su afectación. Digamos que la propia enfermedad o
problema mental, “engaña” a la persona y
le hace vivir dentro de otro mundo que no tiene que ver la mayoría de las veces
con el mundo real. Esta introyección hacia dentro de sí mismo, es lo que hace
que la propia persona no logre ver la dimensión de su problema o trastorno. Tiene
la apariencia de no darse cuenta de nada porque tampoco tiene para ella sentido
salir de dicho estado. Lo interesante es ver que cualquier problema mental,
acaba apartando a la persona del trabajo, de la pareja, de la familia, de lo
social para recluirla dentro de sí misma. Podemos afirmar que las exigencias
del mundo interior no son tan grandes como las del mundo exterior. Es en este
punto donde la persona se da cuenta que su enfermedad, que su problema, la
exime de responsabilidades, de tomar decisiones, de llevar a cabo lo que hasta
ese momento venía siendo su vida. Podemos decir que la enfermedad le
proporciona una vida más cómoda, más sencilla aunque para ello tenga que
renunciar a todo lo demás. Estudiando los complejos mecanismo psíquicos
inconscientes, llegamos a la conclusión que se puede renunciar a la vida
exterior y hallar total satisfacción en la vida interior aunque desde fuera sea
visto como algo anormal. Sin embargo, para la psiquis, no es tan anormal, ya
que en la enfermedad, la persona, encuentra “su salvación” por lo tanto, la
curación la verá como un peligro. Este es el motivo por el cual las personas,
cuando tienen un problema mental, sea de la índole que sea, no acuden a terapia
o bien acudiendo, cuando notan la mejoría, acaban abandonando precozmente el
tratamiento psicoanalítico porque comienzan a ver el camino de la curación y lo
rechazan, porque ven que si se curan tienen que retomar trabajo, pareja, asumir
decisiones, responsabilidades, etc… Es decir, la curación la ven peligrosa para
la supervivencia de su enfermedad. Uno se puede preguntar si es mejor estar
enfermo a estar sano. Puedo responder que para muchas personas, les es más
fácil y rentable estar enfermos que sanos. Como bien dice el psicoanálisis
estar enfermo o estar sano, ambas son una propuesta de la mente.
jueves, 10 de enero de 2013
domingo, 6 de enero de 2013
¿POR QUÉ SE LE TEME AL PSICOANÁLISIS?
¿ Cómo
siendo la terapia mas potente que existe, cuya efectividad está más que
demostrada, hay personas que prefieren elegir la depresión, las obsesiones, la
tristeza, la angustia, el dolor, los problemas a su solución? ¿ Por qué
pudiendo estar bien, las personas eligen estar mal? ¿ Por qué pudiendo evitar
el sufrimiento, las personas prefieren el sufrimiento? Para todas estas
preguntas, el psicoanálisis tiene respuesta. Las personas, cuando van a la
consulta de un psicoanalista, se dan cuenta perfectamente que el psicoanálisis,
les va a solucionar sus problemas, les va a resolver aspectos de su vida que
jamás pensaban que podían resolver. Es decir se van a encontrar con cosas
nuevas que jamás habían pensado que podía encontrarse de sí mismo, con otras
verdad de lo que ellos creían que eran las cosas. Pero el análisis y la
investigación de las enfermedades mentales o simplemente dificultades
cotidianas que te estropean la vida, desvelan la vida íntima del enfermo o de
la persona y que en la mayoría de los casos, la POBLACION prefiere la
enfermedad, es decir, la ignorancia, a
la verdad.
¿Hasta el
punto de perder la salud, la vida? Muy pocas personas tienen noción de vida, de
muerte, de mortalidad. Nuestra mente está preparada para negar la mortalidad,
aun muriéndonos, jamás pensamos que vamos a morirnos. NO existe el concepto de
muerte de sí mismo dentro del hombre ya que siempre son los otros los que se
mueren. Se muere el padre, la madre, el hermano, la mujer, el amigo, el hombre
pero uno nunca se muere aún muriéndose. No tenemos dicho concepto de muerte
dentro de nosotros y de ahí, que vivamos como si el tiempo no existiera, como
que vamos a vivir eternamente y de ahí que aún estando mal o tengamos una vida
penosa, la persona sigue pensando que algún día todo cambiará de manera mágica,
sin hacer ningún trabajo, ningún esfuerzo.
El
psicoanálisis es rechazado porque atenta contra lo único que el hombre tiene de
sí, es decir la propia conciencia de sí mismo y como sabemos la conciencia es
forjadora de poder. Nadie va a dar poder a una parte de sí mismo que no sea la
conciencia. Y menos aún pensar que hay en nosotros un otro que nos controla,
que nos somete y que decide por nosotros. Las personas creemos que somos nosotros
quienes decidimos cuando realmente, todo lo que nos ocurre ya estaba
anteriormente decido, inclusive los fracasos y los triunfos, hasta la temida muerte. Ya que morirse, también es
una decisión en la mayoría de los casos. Así como triunfar o fracasar en el
amor, en el sexo, en lo cotidiano. No es fácil aceptar que lo que me pasa,
tiene que ver conmigo, que soy yo quien produce la vida que tengo, mis
alegrías, mis tristezas, mis amores, mi economía, mi soledad, mi enfermedad.
La
terapia del psicoanálisis es el tiempo para algunos, para aquellos que quieren,
para aquellos que ya se dan cuenta que hay algo que falla, hay algo que no nos
han contado, hay algo que no nos han querido enseñar en el colegio, ni en la
universidad, ni en la vida. No quieren que aprendamos, por eso que no lo enseña
ni la prensa, ni la televisión, ¿ cómo funcionamos? Mejor ser ignorante, porque
la inteligencia produce cambios sociales y los cambios sociales nunca interesa
a las estructuras de poder. Mejor la ignorancia y la enfermedad a crear una
sociedad mas moderna y mejor. El psicoanálisis es una luz sólo para aquellos
que la buscan. Los que prefieren vivir en oscuridad y que prefieren la
ignorancia al saber nunca podrán la vida y solo vivirán la vida de su familia o
la vida que el estado les tiene programada. A mis 46 años de algo me he dado
cuenta. Ya veo cómo viven los de mi generación: con mucha desesperación y
sufrimiento y cómo vienen viviendo las generaciones anteriores, con futuros
dolores y potenciales sufrimientos. La ignorancia
del hombre ante sus propios procesos psíquicos no se ha modificado en los
últimos 25 años y no hay peor ignorancia que el que no quiere ver y sufre aquel
que reprime, aquel que prefiere la ceguera a algún tipo de luz. He visto muchas
vidas torcerse y veo vidas que ya tomaron un rumbo equivocado. Solo puedo dar
lo que me vino dado. Psicoanálisis para tener un grado de libertad frente a la
tiranía y la dictadura de los propios sentimientos familiares y sociales.
jueves, 3 de enero de 2013
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