Si tuviéramos que definir el
concepto de enfermedad mental desde la medicina, habría que relacionarlo con la
capacidad invalidante que la patología mental produce sobre la vida del sujeto.
Cualquier patología psíquica- depresión, ansiedad, angustia, fobia, celos,
trastorno obsesivo, problemas sexuales, etc--- produce un malestar
significativo en la vida de la persona de manera que acaba produciendo un
condicionante de aspectos personales sobre la patología mental. Es decir, la
enfermedad mental genera un nuevo tipo de vida. El psicoanálisis, es la ciencia
que estudia la parte inconsciente de la persona y sus relaciones con la
realidad externa e interna. Estudios avanzados en psicoanálisis muestran que lo
que la medicina clásica o psiquiatría llama enfermedad mental, para el
psicoanálisis, la enfermedad mental sería un modo de “poder seguir adelante”,
digamos que la reorganización que la propia patología mental exige a la
persona, le hace reacomodar su vida en torno a su nueva forma de vivir su
realidad psíquica interna.
Es decir, que antes de la enfermedad
la persona era una persona diferente hasta después de la enfermedad que ya es
otra, junto a otras circunstancias. Lo interesante de analizar es que la
persona, acaba incorporando la enfermedad mental a su “yo” y lo acepta a modo
de compañía. Digamos que ahora son dos: la persona y su enfermedad. Ambas
conviven bajo el mismo techo pero las exigencias a veces son distintas. Los
trastornos mentales, exigen muchos sacrificios a la persona enferma, desde
querer vivir solos, a separarse, a dejar de trabajar, a abandonar una vida que
hasta ahora era la vida del sujeto. Pero la exigencia mas interesante es el
empobrecimiento como persona que la enfermedad mental produce sobre el sujeto.
Le va incapacitando para ser feliz, para disfrutar del amor, del deseo, del
trabajo, de la pareja, de los hijos, de la vida en general. Vemos que cuantos
mas sacrificios hace por su enfermedad, más exigente se vuelve la enfermedad
con la persona, hasta el punto de ver casos, donde la persona vive por y para
su enfermedad mental, como es el caso de la depresión o del trastorno obsesivo
compulsivo. Tanto en la depresión, como en el trastorno obsesivo compulsivo (
toc ) el grado de empobrecimiento de la persona ha sido paulatino y en aumento.
Observamos tanto en una patología como en la otra que la persona cada vez es
requerida mas y mas por su enfermedad hasta el punto de quedarse prácticamente
aislada dentro de una complejidad de síntomas difíciles de dominar y que
terminan acaparando todo el interés de la persona. Este dominio, de la persona,
sobre la voluntad de la conciencia, siempre nos ha llamado la atención, porque
observamos que por mucho que la persona ponga de su parte, poderosas fuerzas,
la acaban arrastrando al fondo oscuro de un túnel cuya salida, cada vez está
mas distante de la realidad, ya que la realidad de la persona enferma, nunca
coincide con la realidad del mundo exterior. Podemos decir, que su enfermedad
mental, la ha aislado del mundo, la ha apartado ( CONTINUARA )
Sin embargo, llama poderosamente la
atención que la propia persona afectada de algún síntoma psíquico no vea o que
no logre ver la dimensión de su afectación. Digamos que la propia enfermedad o
problema mental, “engaña” a la persona y
le hace vivir dentro de otro mundo que no tiene que ver la mayoría de las veces
con el mundo real. Esta introyección hacia dentro de sí mismo, es lo que hace
que la propia persona no logre ver la dimensión de su problema o trastorno. Tiene
la apariencia de no darse cuenta de nada porque tampoco tiene para ella sentido
salir de dicho estado. Lo interesante es ver que cualquier problema mental,
acaba apartando a la persona del trabajo, de la pareja, de la familia, de lo
social para recluirla dentro de sí misma. Podemos afirmar que las exigencias
del mundo interior no son tan grandes como las del mundo exterior. Es en este
punto donde la persona se da cuenta que su enfermedad, que su problema, la
exime de responsabilidades, de tomar decisiones, de llevar a cabo lo que hasta
ese momento venía siendo su vida. Podemos decir que la enfermedad le
proporciona una vida más cómoda, más sencilla aunque para ello tenga que
renunciar a todo lo demás. Estudiando los complejos mecanismo psíquicos
inconscientes, llegamos a la conclusión que se puede renunciar a la vida
exterior y hallar total satisfacción en la vida interior aunque desde fuera sea
visto como algo anormal. Sin embargo, para la psiquis, no es tan anormal, ya
que en la enfermedad, la persona, encuentra “su salvación” por lo tanto, la
curación la verá como un peligro. Este es el motivo por el cual las personas,
cuando tienen un problema mental, sea de la índole que sea, no acuden a terapia
o bien acudiendo, cuando notan la mejoría, acaban abandonando precozmente el
tratamiento psicoanalítico porque comienzan a ver el camino de la curación y lo
rechazan, porque ven que si se curan tienen que retomar trabajo, pareja, asumir
decisiones, responsabilidades, etc… Es decir, la curación la ven peligrosa para
la supervivencia de su enfermedad. Uno se puede preguntar si es mejor estar
enfermo a estar sano. Puedo responder que para muchas personas, les es más
fácil y rentable estar enfermos que sanos. Como bien dice el psicoanálisis
estar enfermo o estar sano, ambas son una propuesta de la mente.
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