domingo, 31 de enero de 2016

DOS CAUSAS DE CULPA EN EL TRASTORNO OBSESIVO COMPULSIVO

DOS MOTIVOS DE CULPA EN EL TRASTORNO OBSESIVO COMPULSIVO TOC

La culpa que padece el paciente con toc siempre es una respuesta a la aparición en su conciencia de deseos infantiles que se hallaban reprimidos y que ahora se manifiestan en su conciencia.

El deseo de matar al padre o a los hermanos es un disfraz que encubre los celos que sintió hacia el padre por ser la pareja de la madre y hacia los hermanos por que tuvo que compartir el amor de la madre con ellos.
Por eso que la imagen o la idea de asesinarlos, encubre el deseo de ser exclusivo para la madre, algo que todo niño ha deseado alguna vez.

Es muy frecuente asociar el temor homosexual como síntoma en el Toc. Con facilidad descubrimos que los pacientes que sufren toc con temor homosexual, suelen tener hermanas bellas hacia las cuales en su infancia o adolescencia sintieron inclinaciones amorosas y sexuales hacia las mismas. O fijaciones amorosas y sexuales hacia la madre en los hijos únicos que padecen toc, también podemos ver un temor homosexual.

La manera que tendría el toquiano de defenderse contra este deseo incestuoso o prohibido hacia las hermanas o hacia la madre sería bajo la formula: tú no deseas a tus hermanas ni a tu madre porque tú eres homosexual.

Digamos que aunque el toc sea un disfraz, tras sus síntomas, la culpa que siente es una respuesta emocional  porque intuye algo de lo que él mismo se acusa. Si tiene culpa por sus deseos asesinos es porque sabe que le gustaría ser único para su madre.
Si tiene culpa por ser homosexual es porque intuye deseos heterosexuales hacia las mujeres de su familia… Son dos claros ejemplo de cómo el toc disfraza algo que el mismo toquiano intuye pero le horroriza aceptar.




domingo, 24 de enero de 2016

¿Qué hago si tengo deseos o tentaciones de infidelidad con mi pareja?

La pareja, como cualquier estructura humana, atraviesa en sus inicios por un momento de enamoramiento, que permite el acercamiento al otro para sentirlo como alguien conocido en el cual depositamos nuestra confianza.
En esta fase inicial, idealizamos al otro, es decir, resaltamos sus excelencias generalmente para producir una hipervaloración y tener la sensación de que el otro viene a ser “lo que nos falta”.
Esta sentimiento de “completud” que produce el enamoramiento, permite crear un clima de confianza, donde la pareja, baraja posibilidades futuras de planes, tanto en el plano de la convivencia como en el de la reproducción.
El futuro inicial de toda pareja es la reproducción, es decir, concebir una estructura familiar para el desarrollo y permanencia de la especie. Somos especie, por lo tanto, la producción de una estructura familiar es una de las primeras consecuencias a las cuales aspira toda pareja.
Por norma general, la primera pareja “seria” que tenemos, está dirigida a la reproducción de hijos manera inconsciente, es decir, a la creación de una familia. Tanto es así que el 1 de  cada 3 pareja, se separan tras la llegada del primer o segundo hijo. La cordialidad necesaria para concebir un hijo, da paso después a la aparición de muchas diferencias dentro de la pareja que hacen que se separen.
Esta pareja, podemos decir que su única función, fue la de tener hijos pero no ha constancia de que hubo pareja, ya que cuando hablamos de pareja, hablamos de hombre y mujer y no tanto de padre y madre, que ya hemos visto que para ser padres, no hace falta ni siquiera estar en pareja.
Una vez que la estructura familiar se ha producido, el paso a pareja tiene ciertos grados de dificultad porque las diferencias en el carácter, la personalidad, restan mas que sumar y debería ser lo contrario: cuanto mas diferentes son las personas, mas posibilidad de intercambio. Sin embargo, buscamos que el otro se parezca a nosotros, que el otro y yo parezcamos la misma persona. Semejante idea produce a la larga mas discordias que beneficios, porque para que dos personas se parezcan, en algo tienen que anularse a sí misma y esto, no siempre da buenos resultados.
Cuando hacemos al otro parecido a mí o creemos que es parecido a mí, ocurre que en algo “desatendemos al otro”. Creer que el otro es una parte mía o porque se parece, creerse que ya le pertenece, hace que de manera inconscientes caigamos en el “abandono del otro” ( continuará)



domingo, 17 de enero de 2016

¿Qué se reprocha el obsesivo?

El reproche obsesivo y el castigo son dos de las características más frecuentes en el trastorno obsesivo compulsivo.
Lo que tanto le perturba es la voz de la conciencia, siempre reprochante, acusadora y castigadora.

El “yo” de toquiano siempre es una constante batalla contra sí mismo, contra otro de él mismo que le habla, le critica, le obliga a hacer cosas que no quiere, le condena, le amenaza. El toquiano vive dominado por una parte inconsciente de la personalidad.

Le atormenta y le hace vivir en la celda de los pensamientos obsesivos, en los rituales a los cuales no puede evitar estar sometido para lograr una calma a su espíritu.

El reproche siempre es moral: no sirves para nada, eres mala persona, tienes malos pensamientos, tienes deseos que no son buenos. Si la gente supiera lo que piensas, no te mereces nada bueno…. Comprobamos que no deja de ser un penoso sentimiento de culpabilidad por algo que el toquiano llevó a cabo o deseó y ahora se reprocha la naturaleza de sus deseos.

La culpa solo puede venir por desear hacer algo o haber hecho algo de lo cual se obtuvo alguna satisfacción. Eso que alguna vez el toquiano quiere llevar a cabo es de lo que ahora se culpa, pues tras el reproche es porque hay un deseo “condenable” de llevarlo a cabo. Es castigado por lo que desea.

Llama poderosamente la atención que numerosos sujetos con toc, tengan pensamientos agresivos obsesivos hacia las personas o seres queridos. Matar al padre, al hermano, a la pareja, al propio hijo… Esta serie de pensamientos agresivos son el resultado de deseos inconscientes que en algún momento o por alguna circunstancia han rozado la conciencia del toquiano.
Todo niño tiene sentimientos hostiles hacia los padres o hermanos por cuestiones de celos. Así mismo, es fácil despertar en un niño agresividad cuando se le ponen límites a su actividad. Siempre que el padre o la madre le marcan límites y no le dejan hacer lo que quiere, se despiertan en él sentimientos agresivos de carácter sádico que tras su represión quedan en la parte inconsciente de la personalidad.

Cada vez que algún ser querido despierta su agresividad, vuelven los deseos sádicos que alguna vez con anterioridad fueron sentidos por el obsesivo hacia ellos.


Hay por lo tanto un constante retorno, un volver a encontrarse con algo ya sentido alguna vez y esta es la causa del reproche: el encuentro con una parte contraria de sí mismo que funciona de manera independiente dentro de la mente del paciente obsesivo ( continuará)