Las revistas Las 2001 Noches (revista de poesía con más de 400 autores publicados) y Extensión Universitaria (revista de psicoanálisis), de difusión gratuita impresa hasta ahora, cumplen su número 100. Les informamos que a partir de este momento pasan a ser revistas virtuales, las podrán ver en Internet en las siguientes direcciones.
http://www.las2001noches.com/n100/inicio.htm
domingo, 25 de enero de 2009
jueves, 22 de enero de 2009
¿ ERES UNA MADRE PERFECTA ? ( XI )
Las causas por las cuales un niño se vuelve estreñido, por sorprendente que parezca, son PSIQUICAS.
Ya desde muy pequeño, se desarrollan en él muchos y complejos procesos psíquicos que pasan desapercibidos para los adultos incluidos los propios padres. Un niño de uno a tres años tiene gran parte de su aparato psíquico constituido y todo lo que le sucede corporalmente – salvo una enfermedad genética o causada por un agente externo- tiene que ver con esos procesos. A medida que crece, va tomando dimensión de su propio cuerpo y según va pudiendo aprehender los objetos, tocarlos, llevárselos a la boca, correr, subirse a los lugares para alcanzarlos, se va dando cuenta de que es capaz por si mismo de apropiarse de todo lo exterior.
A través de la boca, prueban el mundo. Aprenden a meterse en ella, no solo la comida sino todo lo que encuentran a su alcance y de esa manera, establecen las diferencias entre lo que es y lo que no es comestible. La falta de conocimiento, durante ese periodo de tiempo, es la causa principal de las numerosas intoxicaciones accidentales que se producen.
Si el niño se da cuenta que gran cantidad de los objetos que incorpora a través de la boca, guardan relación con el mundo exterior, también se da cuenta de que aquello que expulsa por el ano guarda relación tanto con su interior como con el exterior. Todas las muestras de admiración de la familia alrededor de sus deposiciones, le hacen tomar conciencia de la importancia que tienen para ellos. Las madres suelen intercambiar comentarios elogiosos entre ellas acerca del número de veces que sus hijos no se lo hacen encima.
Con frecuencia, observamos el placer que el niño obtiene al jugar con sus excrementos. Algunos piden frecuentemente el orinal para permanecer sentados durante largo tiempo aunque no hagan nada; es decir, les gusta jugar a hacer caca. También podemos encontrar el caso contrario, o sea, niños que se niegan de manera pertinaz a llevar a cabo esta función en el orinal o en el water. Lloran, patalean y dicen que no tienen ganas Se resisten, se levantan, se rebelan y al final no lo hacen. Solo al cabo de uno o varios días acaban yendo al baño , experimentando un vivo dolor junto con la deposición.
Estas actitudes tan diferentes, nos hace darnos cuenta de que, también para el niño, su caca es importante. ( CONTINUARA )
Ya desde muy pequeño, se desarrollan en él muchos y complejos procesos psíquicos que pasan desapercibidos para los adultos incluidos los propios padres. Un niño de uno a tres años tiene gran parte de su aparato psíquico constituido y todo lo que le sucede corporalmente – salvo una enfermedad genética o causada por un agente externo- tiene que ver con esos procesos. A medida que crece, va tomando dimensión de su propio cuerpo y según va pudiendo aprehender los objetos, tocarlos, llevárselos a la boca, correr, subirse a los lugares para alcanzarlos, se va dando cuenta de que es capaz por si mismo de apropiarse de todo lo exterior.
A través de la boca, prueban el mundo. Aprenden a meterse en ella, no solo la comida sino todo lo que encuentran a su alcance y de esa manera, establecen las diferencias entre lo que es y lo que no es comestible. La falta de conocimiento, durante ese periodo de tiempo, es la causa principal de las numerosas intoxicaciones accidentales que se producen.
Si el niño se da cuenta que gran cantidad de los objetos que incorpora a través de la boca, guardan relación con el mundo exterior, también se da cuenta de que aquello que expulsa por el ano guarda relación tanto con su interior como con el exterior. Todas las muestras de admiración de la familia alrededor de sus deposiciones, le hacen tomar conciencia de la importancia que tienen para ellos. Las madres suelen intercambiar comentarios elogiosos entre ellas acerca del número de veces que sus hijos no se lo hacen encima.
Con frecuencia, observamos el placer que el niño obtiene al jugar con sus excrementos. Algunos piden frecuentemente el orinal para permanecer sentados durante largo tiempo aunque no hagan nada; es decir, les gusta jugar a hacer caca. También podemos encontrar el caso contrario, o sea, niños que se niegan de manera pertinaz a llevar a cabo esta función en el orinal o en el water. Lloran, patalean y dicen que no tienen ganas Se resisten, se levantan, se rebelan y al final no lo hacen. Solo al cabo de uno o varios días acaban yendo al baño , experimentando un vivo dolor junto con la deposición.
Estas actitudes tan diferentes, nos hace darnos cuenta de que, también para el niño, su caca es importante. ( CONTINUARA )
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¿ ERES UNA MADRE PERFECTA ? ( X )
¿ Qué son las zonas erógenas.?
Una vez comprendido lo expuesto anteriormente acerca del placer que engendra y se desarrolla en el niño por el acto de succionar y chupetear, nos vamos a permitir ampliar estos conocimientos a lo que se denomina las zonas erógenas. Una zona erógena puede ser cualquier parte del cuerpo, si tras la aplicación repetida de ciertos estímulos surgen sensaciones placenteras.
Por regla general, las más habituales y que acaba descubriendo por sí mismo son la boca, el ano, los genitales, los dedos, el ombligo, los pezones y el lóbulo de la oreja.
Determinadas partes del cuerpo son altamente excitables y muchos de los gustos sexuales que el adulto acaba desarrollando tienen su fundamento en las primeras experiencias vividas con placer durante la infancia.
La importancia de la zona anal.
La zona anal, al igual que la boca y los genitales, es una parte muy especial del cuerpo donde surgen sensaciones placenteras que van unidas a las funciones fisiológicas. No debemos olvidar que el esfínter anal tiene muchas fibras nerviosas sensitivas y su estimulación puede llegar a ser fuente de placer. Debemos suponer que todas aquellas personas que han desarrollado de adultos algún tipo de sexualidad en torno a esa región , experimentaron desde pequeños, una intensa actividad placentera en ella. El descubrimiento del placer en la región anal puede ser , en algunos niños, casual aunque en otros, dicha sensibilidad es despertada precozmente por la manipulación durante los hábitos de limpieza o por la aparición de los oxiuros – las conocidas lombrices -.
Sabemos la enorme preocupación que se produce en la madre cuando el niño no hace caca y la inmensa satisfacción que siente cada vez que lo hace, porque ello es sinónimo de que todo marcha bien en el cuerpo de su hijo. Por eso, cuando aparecen periodos de estreñimiento, el retraso en la secreción de los excrementos puede llegar a convertirse en una auténtica obsesión. En nuestras consultas y en las consultas pediátricas, hemos observado a infinidad de madres presas de una terrible ansiedad porque el niño no había hecho caca desde hacía varios días o porque al hacerla, sufría de intensos dolores. Este estado de excitación las impulsaba a espiarlo continuamente, a olerlo, a preguntar en la guardería si lo hizo o no lo hizo y a pedir al médico algún tipo de solución rápida. Remedios tales como enemas, irrigaciones, laxantes, estimular repetidamente el ano con el dedo, etc... a la larga, acaban produciendo un precoz desarrollo de la sensibilidad en esa zona y que el niño encuentre un placer asociado al acto de la excreción de las heces que posteriormente tratará de repetir.
Las causas por las cuales un niño se vuelve estreñido, por sorprendente que parezca, son PSIQUICAS.
Una vez comprendido lo expuesto anteriormente acerca del placer que engendra y se desarrolla en el niño por el acto de succionar y chupetear, nos vamos a permitir ampliar estos conocimientos a lo que se denomina las zonas erógenas. Una zona erógena puede ser cualquier parte del cuerpo, si tras la aplicación repetida de ciertos estímulos surgen sensaciones placenteras.
Por regla general, las más habituales y que acaba descubriendo por sí mismo son la boca, el ano, los genitales, los dedos, el ombligo, los pezones y el lóbulo de la oreja.
Determinadas partes del cuerpo son altamente excitables y muchos de los gustos sexuales que el adulto acaba desarrollando tienen su fundamento en las primeras experiencias vividas con placer durante la infancia.
La importancia de la zona anal.
La zona anal, al igual que la boca y los genitales, es una parte muy especial del cuerpo donde surgen sensaciones placenteras que van unidas a las funciones fisiológicas. No debemos olvidar que el esfínter anal tiene muchas fibras nerviosas sensitivas y su estimulación puede llegar a ser fuente de placer. Debemos suponer que todas aquellas personas que han desarrollado de adultos algún tipo de sexualidad en torno a esa región , experimentaron desde pequeños, una intensa actividad placentera en ella. El descubrimiento del placer en la región anal puede ser , en algunos niños, casual aunque en otros, dicha sensibilidad es despertada precozmente por la manipulación durante los hábitos de limpieza o por la aparición de los oxiuros – las conocidas lombrices -.
Sabemos la enorme preocupación que se produce en la madre cuando el niño no hace caca y la inmensa satisfacción que siente cada vez que lo hace, porque ello es sinónimo de que todo marcha bien en el cuerpo de su hijo. Por eso, cuando aparecen periodos de estreñimiento, el retraso en la secreción de los excrementos puede llegar a convertirse en una auténtica obsesión. En nuestras consultas y en las consultas pediátricas, hemos observado a infinidad de madres presas de una terrible ansiedad porque el niño no había hecho caca desde hacía varios días o porque al hacerla, sufría de intensos dolores. Este estado de excitación las impulsaba a espiarlo continuamente, a olerlo, a preguntar en la guardería si lo hizo o no lo hizo y a pedir al médico algún tipo de solución rápida. Remedios tales como enemas, irrigaciones, laxantes, estimular repetidamente el ano con el dedo, etc... a la larga, acaban produciendo un precoz desarrollo de la sensibilidad en esa zona y que el niño encuentre un placer asociado al acto de la excreción de las heces que posteriormente tratará de repetir.
Las causas por las cuales un niño se vuelve estreñido, por sorprendente que parezca, son PSIQUICAS.
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martes, 20 de enero de 2009
¿ ERES UNA MADRE PERFECTA ? ( IX )
Las primeras manifestaciones sexuales del niño.
La palabra “ masturbación “ no debe asustarte. El acto de masturbarse es un comienzo para que el niño y la niña descubran su propio cuerpo y se adentren en lo que va a ser el futuro desarrollo de su sexualidad. Debemos encuadrar los toqueteos corporales y el chupeteo dentro de las primeras manifestaciones sexuales. Masturbarse no solo tiene que ver, ni significa exclusivamente la estimulación de los genitales. Podemos considerar como masturbación la repetición continuada de cualquier acto estimulador de una zona erógena que genere placer. Chuparse el dedo pulgar con avidez, acariciarse los genitales, el lóbulo de la oreja o los márgenes anales y mecerse, deben calificarse como actos masturbatorios, cuando se realizan de una manera rítmica y continuada, porque conllevan una excitación y un placer asociado.
El chupeteo del pulgar
Definimos el chupeteo del pulgar como una de las manifestaciones más tempranas de masturbación infantil. La lactancia, ya sea mediante el pecho materno o un objeto sustituto – biberón – genera en el niño un aumento de sensibilidad en la zona bucal que le proporciona un gran placer asociado al acto de la succión. Esta conducta , que aparece en los lactantes, se conserva en ocasiones hasta la edad adulta y en algunos casos, permanece durante toda la vida ( encontramos gran número de personas que duermen con el pulgar introducido en la boca ). Consiste en un movimiento succionador, rítmicamente repetido, con ayuda de los labios que puede utilizar como objeto incluso los propios labios, la lengua, el pulgar o hasta el dedo gordo de un pie. Cuando dicho objeto no forma parte del cuerpo propio, el niño puede recurrir a cosas exteriores tales como el chupete, un juguete, un trozo de sábana etc...
En ocasiones, el chupeteo va acompañado de la acción de pellizcarse el lóbulo de la oreja o del autobalanceo de la cuna, actividades estas que suelen acaparar toda la concentración del niño y lo conducen a conciliar el sueño.
Una joven bien entrada en la pubertad, nos confesó que la satisfacción que le producía el chupeteo era parecida a la satisfacción sexual que le producían los besos de su novio. “ No todos los besos dan el placer que da el chupeteo. Es imposible describir lo que se siente en todo el cuerpo mientras se chupa. Parece que te sales de este mundo, una se encuentra totalmente feliz y satisfecha y no se desea nada más. Es una sensación maravillosa. Es algo inefable. No se siente ningún dolor, ninguna pena, y parece que te has transportado a otro mundo.”
El acto del chupeteo se debe a la búsqueda de un placer que el niño ya hubo de haber experimentado y que por medio de la succión, encuentra. Es fácil adivinar que dicha búsqueda guarda relación con el recuerdo de algo vivido.
La primera actividad importante para el ser humano, por el carácter vital que tiene para él, está ligada a la succión del pecho materno o del biberón cuando hay una imposibilidad fisiológica de la madre para la lactancia natural.
Esta asociación entre la succión, el chupeteo y el alimento provocan en el niño los primeros estados placenteros. El niño encuentra un bienestar en el acto de alimentarse; por tanto, su boca y sus labios acaban experimentado placer cada vez que siente la corriente tibia de leche pasar por ellos. En un principio, esta sensación placentera va unida a la necesidad de saciar el hambre. Sin embargo, observamos frecuentemente que aunque el niño haya calmado su apetito, lejos de retirarse del pecho materno o del biberón, sigue chupeteándolo hasta quedarse dormido.
Así, cada vez que quiere rememorar esa sensación , recurre al chupeteo de algún objeto cercano - inicialmente, una parte de su propio cuerpo - porque, debido a la inmadurez con la que viene al mundo, no puede apropiarse de los objetos externos. Cuando llega a un mayor grado de desarrollo físico, cualquier objeto a su alcance puede convertirse en objeto apropiado.
Muchas madres se preguntarán si en el futuro, su hijo va a adquirir “ el vicio” de chuparse el dedo y debemos responder que lo normal es que pase por esa etapa porque forma parte de su propio desarrollo sexual. Este hábito puede también ser adquirido debido a ciertas conductas en la madre que lo refuerzan; por ejemplo, ponerle el chupete después de haberle dado el pecho o dejarle que siga chupeteando la tetina del biberón cuando ya se ha acabado la toma. Cada vez que se tienen estas actitudes generosas, se refuerza la actividad placentera del niño .
Por sorprendente que nos parezca, mucho de los hábitos en los que está involucrada la boca y que adolescentes y adultos mantienen a lo largo de la vida son fijaciones de ese placer obtenido durante la etapa infantil. El acto de fumar, beber, besar y ciertas prácticas sexuales- felaciones – guardan relación con el recuerdo placentero que les produjo el acto de chupetear y succionar en su infancia.
¿ Qué debes hacer.?
Cuando existe una fuerte represión, por parte de la madre o de los educadores, del acto del chupeteo, puede aparecer en el niño una repugnancia a todo lo que tiene que ver con el placer bucal: asco a la comida, la bebida, los besos – a muchos niños no les gusta besar ni ser besados - etc. Un gran número de los adolescentes que presentan síntomas de anorexia-bulimia, vómitos repetidos y opresiones en la garganta, fueron en su infancia grandes “ chupeteadores “.
No refuerces ni fomentes en tu hijo la actividad del chupeteo. Es mejor limitarte a satisfacer su necesidad alimenticia. Una vez llevada a cabo, si decides darle el chupete, hazlo con moderación. No fomentes su uso de forma asidua y continua. Úsalo si realmente va a cumplir una función necesaria, por ejemplo, calmar el llanto y exclusivamente durante el tiempo que sea preciso pero siempre de acuerdo a su desarrollo emocional . Si tu hijo está tranquilo no seas una de esas madres que “ enchufan “ al niño el chupete por que sí o para entretenerlo. Utilízalo por una causa justificada, sino, es mejor no crear en él un hábito que , después, será difícil quitarle. En algunos niños, hemos observado que la acción del chupeteo va acompañada de un movimiento rítmico de frotamiento de piernas que despierta las primeras sensaciones placenteras en los genitales y suele ser una de las causas inmediatas del descubrimiento de la masturbación genital. Algunas madres también nos han relatado que, para apaciguar el llanto de sus hijos o para hacerlos conciliar el sueño, suelen acariciarles los genitales hasta que lo logran. Evidentemente esta actitud acabará despertando precozmente en el niño su instinto sexual.
La palabra “ masturbación “ no debe asustarte. El acto de masturbarse es un comienzo para que el niño y la niña descubran su propio cuerpo y se adentren en lo que va a ser el futuro desarrollo de su sexualidad. Debemos encuadrar los toqueteos corporales y el chupeteo dentro de las primeras manifestaciones sexuales. Masturbarse no solo tiene que ver, ni significa exclusivamente la estimulación de los genitales. Podemos considerar como masturbación la repetición continuada de cualquier acto estimulador de una zona erógena que genere placer. Chuparse el dedo pulgar con avidez, acariciarse los genitales, el lóbulo de la oreja o los márgenes anales y mecerse, deben calificarse como actos masturbatorios, cuando se realizan de una manera rítmica y continuada, porque conllevan una excitación y un placer asociado.
El chupeteo del pulgar
Definimos el chupeteo del pulgar como una de las manifestaciones más tempranas de masturbación infantil. La lactancia, ya sea mediante el pecho materno o un objeto sustituto – biberón – genera en el niño un aumento de sensibilidad en la zona bucal que le proporciona un gran placer asociado al acto de la succión. Esta conducta , que aparece en los lactantes, se conserva en ocasiones hasta la edad adulta y en algunos casos, permanece durante toda la vida ( encontramos gran número de personas que duermen con el pulgar introducido en la boca ). Consiste en un movimiento succionador, rítmicamente repetido, con ayuda de los labios que puede utilizar como objeto incluso los propios labios, la lengua, el pulgar o hasta el dedo gordo de un pie. Cuando dicho objeto no forma parte del cuerpo propio, el niño puede recurrir a cosas exteriores tales como el chupete, un juguete, un trozo de sábana etc...
En ocasiones, el chupeteo va acompañado de la acción de pellizcarse el lóbulo de la oreja o del autobalanceo de la cuna, actividades estas que suelen acaparar toda la concentración del niño y lo conducen a conciliar el sueño.
Una joven bien entrada en la pubertad, nos confesó que la satisfacción que le producía el chupeteo era parecida a la satisfacción sexual que le producían los besos de su novio. “ No todos los besos dan el placer que da el chupeteo. Es imposible describir lo que se siente en todo el cuerpo mientras se chupa. Parece que te sales de este mundo, una se encuentra totalmente feliz y satisfecha y no se desea nada más. Es una sensación maravillosa. Es algo inefable. No se siente ningún dolor, ninguna pena, y parece que te has transportado a otro mundo.”
El acto del chupeteo se debe a la búsqueda de un placer que el niño ya hubo de haber experimentado y que por medio de la succión, encuentra. Es fácil adivinar que dicha búsqueda guarda relación con el recuerdo de algo vivido.
La primera actividad importante para el ser humano, por el carácter vital que tiene para él, está ligada a la succión del pecho materno o del biberón cuando hay una imposibilidad fisiológica de la madre para la lactancia natural.
Esta asociación entre la succión, el chupeteo y el alimento provocan en el niño los primeros estados placenteros. El niño encuentra un bienestar en el acto de alimentarse; por tanto, su boca y sus labios acaban experimentado placer cada vez que siente la corriente tibia de leche pasar por ellos. En un principio, esta sensación placentera va unida a la necesidad de saciar el hambre. Sin embargo, observamos frecuentemente que aunque el niño haya calmado su apetito, lejos de retirarse del pecho materno o del biberón, sigue chupeteándolo hasta quedarse dormido.
Así, cada vez que quiere rememorar esa sensación , recurre al chupeteo de algún objeto cercano - inicialmente, una parte de su propio cuerpo - porque, debido a la inmadurez con la que viene al mundo, no puede apropiarse de los objetos externos. Cuando llega a un mayor grado de desarrollo físico, cualquier objeto a su alcance puede convertirse en objeto apropiado.
Muchas madres se preguntarán si en el futuro, su hijo va a adquirir “ el vicio” de chuparse el dedo y debemos responder que lo normal es que pase por esa etapa porque forma parte de su propio desarrollo sexual. Este hábito puede también ser adquirido debido a ciertas conductas en la madre que lo refuerzan; por ejemplo, ponerle el chupete después de haberle dado el pecho o dejarle que siga chupeteando la tetina del biberón cuando ya se ha acabado la toma. Cada vez que se tienen estas actitudes generosas, se refuerza la actividad placentera del niño .
Por sorprendente que nos parezca, mucho de los hábitos en los que está involucrada la boca y que adolescentes y adultos mantienen a lo largo de la vida son fijaciones de ese placer obtenido durante la etapa infantil. El acto de fumar, beber, besar y ciertas prácticas sexuales- felaciones – guardan relación con el recuerdo placentero que les produjo el acto de chupetear y succionar en su infancia.
¿ Qué debes hacer.?
Cuando existe una fuerte represión, por parte de la madre o de los educadores, del acto del chupeteo, puede aparecer en el niño una repugnancia a todo lo que tiene que ver con el placer bucal: asco a la comida, la bebida, los besos – a muchos niños no les gusta besar ni ser besados - etc. Un gran número de los adolescentes que presentan síntomas de anorexia-bulimia, vómitos repetidos y opresiones en la garganta, fueron en su infancia grandes “ chupeteadores “.
No refuerces ni fomentes en tu hijo la actividad del chupeteo. Es mejor limitarte a satisfacer su necesidad alimenticia. Una vez llevada a cabo, si decides darle el chupete, hazlo con moderación. No fomentes su uso de forma asidua y continua. Úsalo si realmente va a cumplir una función necesaria, por ejemplo, calmar el llanto y exclusivamente durante el tiempo que sea preciso pero siempre de acuerdo a su desarrollo emocional . Si tu hijo está tranquilo no seas una de esas madres que “ enchufan “ al niño el chupete por que sí o para entretenerlo. Utilízalo por una causa justificada, sino, es mejor no crear en él un hábito que , después, será difícil quitarle. En algunos niños, hemos observado que la acción del chupeteo va acompañada de un movimiento rítmico de frotamiento de piernas que despierta las primeras sensaciones placenteras en los genitales y suele ser una de las causas inmediatas del descubrimiento de la masturbación genital. Algunas madres también nos han relatado que, para apaciguar el llanto de sus hijos o para hacerlos conciliar el sueño, suelen acariciarles los genitales hasta que lo logran. Evidentemente esta actitud acabará despertando precozmente en el niño su instinto sexual.
viernes, 16 de enero de 2009
COMO SER UNA MADRE CASI PERFECTA (VIII)
La sexualidad infantil..
La primera cuestión que debemos plantearnos es la siguiente : ¿ hasta cuando vamos a seguir afirmando que los niños durante la infancia no tienen instintos sexuales.?
Si quieres ser una madre suficientemente cualificada para ejercer su función, debes olvidar viejas teorías obsoletas sobre la sexualidad y comenzar a aceptar que tus hijos, desde etapas muy tempranas, desarrollan su instinto sexual como tú desarrollaste también el tuyo. Tienes que apartarte de falsas concepciones ideológicas que se refieren a la famosa “ pureza infantil “. La pureza infantil sólo existe en la cabeza de aquellas madres que tienen problemas sexuales y además piensan que sus hijos no tienen sexualidad.
Cuando no se acepta la existencia de los impulsos sexuales en el niño se está negando una parte muy importante de su personalidad. Son numerosas las experiencias de educadores, padres y especialistas que constatan que los niños muestran muy tempranamente manifestaciones de su instinto sexual tales como erecciones, toqueteos en solitario o en compañía de otros niños y juegos con contactos físicos en los que realizan movimientos análogos a los del coito... etc.
Entonces ¿ por qué una madre puede aceptar más fácilmente que su hijo manifieste amor hacia los demás que aceptar que tiene instinto sexual.?
¿ Por qué muchas madres y educadores siguen considerando a los niños como viciosos o degenerados cuando muestran dichos instintos?
La respuesta nos conduce a pensar que solo aquellos padres o educadores que tienen problemas con su propia sexualidad califican de anormal la sexualidad de sus propios hijos.
Por tanto, para aceptar este hecho, antes hay que aceptar que, como madre y mujer, tú también tienes instintos y deseos sexuales.
Más de una lectora se estará preguntando, a estas alturas, por qué atribuimos tanta importancia a la sexualidad. La respuesta es bien sencilla: la sexualidad es innata a los seres humanos y a través de ella, el sujeto se relaciona con el mundo y sus semejantes.
Los padres son para el niño el modelo de aprendizaje. Todo lo aprendido, será llevado luego, por identificación, al mundo exterior, donde se relacionará emocionalmente con las mujeres y los hombres según lo hizo con aquellos, durante la infancia.
Por consiguiente, los padres no deben negar dichas manifestaciones tempranas de la sexualidad infantil que se expresan bien a través de una actitud curiosa hacia los adultos o hacia su propio cuerpo. Todos hemos olvidado cuando eramos pequeños y cómo la sexualidad ejercía su influjo y despertaba en nosotros una fuerte atracción. Si la sexualidad fue algo que nos llamó tan profundamente la atención ¿por qué no va a ocurrir lo mismo con nuestros hijos.?
Pasemos entonces al siguiente tema.
La primera cuestión que debemos plantearnos es la siguiente : ¿ hasta cuando vamos a seguir afirmando que los niños durante la infancia no tienen instintos sexuales.?
Si quieres ser una madre suficientemente cualificada para ejercer su función, debes olvidar viejas teorías obsoletas sobre la sexualidad y comenzar a aceptar que tus hijos, desde etapas muy tempranas, desarrollan su instinto sexual como tú desarrollaste también el tuyo. Tienes que apartarte de falsas concepciones ideológicas que se refieren a la famosa “ pureza infantil “. La pureza infantil sólo existe en la cabeza de aquellas madres que tienen problemas sexuales y además piensan que sus hijos no tienen sexualidad.
Cuando no se acepta la existencia de los impulsos sexuales en el niño se está negando una parte muy importante de su personalidad. Son numerosas las experiencias de educadores, padres y especialistas que constatan que los niños muestran muy tempranamente manifestaciones de su instinto sexual tales como erecciones, toqueteos en solitario o en compañía de otros niños y juegos con contactos físicos en los que realizan movimientos análogos a los del coito... etc.
Entonces ¿ por qué una madre puede aceptar más fácilmente que su hijo manifieste amor hacia los demás que aceptar que tiene instinto sexual.?
¿ Por qué muchas madres y educadores siguen considerando a los niños como viciosos o degenerados cuando muestran dichos instintos?
La respuesta nos conduce a pensar que solo aquellos padres o educadores que tienen problemas con su propia sexualidad califican de anormal la sexualidad de sus propios hijos.
Por tanto, para aceptar este hecho, antes hay que aceptar que, como madre y mujer, tú también tienes instintos y deseos sexuales.
Más de una lectora se estará preguntando, a estas alturas, por qué atribuimos tanta importancia a la sexualidad. La respuesta es bien sencilla: la sexualidad es innata a los seres humanos y a través de ella, el sujeto se relaciona con el mundo y sus semejantes.
Los padres son para el niño el modelo de aprendizaje. Todo lo aprendido, será llevado luego, por identificación, al mundo exterior, donde se relacionará emocionalmente con las mujeres y los hombres según lo hizo con aquellos, durante la infancia.
Por consiguiente, los padres no deben negar dichas manifestaciones tempranas de la sexualidad infantil que se expresan bien a través de una actitud curiosa hacia los adultos o hacia su propio cuerpo. Todos hemos olvidado cuando eramos pequeños y cómo la sexualidad ejercía su influjo y despertaba en nosotros una fuerte atracción. Si la sexualidad fue algo que nos llamó tan profundamente la atención ¿por qué no va a ocurrir lo mismo con nuestros hijos.?
Pasemos entonces al siguiente tema.
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miércoles, 14 de enero de 2009
COMO SER UNA MADRE CASI PERFECTA (VII)
Nacemos con instinto sexual.
No podemos negar las evidentes semejanzas y diferencias entre lo humano y lo animal. El hombre, como un eslabón más dentro de la cadena evolutiva , es mortal y necesita del impulso sexual para cumplir con la especie y no desaparecer. Por tanto, hay algo en la sexualidad humana puesto al servicio de la reproducción. Sin embargo lo que lo diferencia del resto de seres vivientes es el proceso educativo y represivo al cual somete su instinto sexual.
Si dejáramos a un niño criarse a su libre albedrío, sin palabras, crecería como un animal salvaje. Es gracias al proceso educativo que se irá transformando en humano. Su instinto sexual tomará la forma de una sexualidad civilizada.
Debemos partir de una cierta concepción de instinto para entender el desarrollo evolutivo de la sexualidad en el niño.
El instinto es del orden del impulso; es decir, algo que en parte no se puede controlar por estar más cerca de lo animal que de lo humano.
El niño tiene sexualidad desde que nace y esta es como una semilla dispuesta a germinar y crecer en él. A lo largo del desarrollo, la educación familiar y social la irá moldeando, sometiéndola a una represión progresiva.
No debemos olvidar que el niño siempre va a tener sexualidad, independientemente de que lo muestre o lo reprima, hecho que va a depender del ambiente educativo y de las circunstancias personales que le rodeen durante la primera época de la vida.
Hay una etapa infantil denominada PERIODO DE LATENCIA en la que, aparentemente, los niños no parecen observar ningún interés por las cuestiones sexuales. Este periodo acontece, una vez que se ha constituido en el psiquismo el mecanismo de la represión, mediante el cual se puede afrontar de una manera más civilizada el despertar de la sexualidad en la etapa de la pubertad o adolescencia.
La represión se establece a raíz de que el niño recibe sus primeras críticas y reprimendas por mostrar abiertamente aquello que debe ser privado. La familia y las instituciones educativas le transmiten la conducta socialmente aceptada en relación a la micción, la defecación, mostrar la propia desnudez en público, etc. y él, en esa oscilación entre lo conveniente o no de sus actos , aprenderá a ejercer el dominio sobre sus instintos sexuales.
Gracias a que entre los destinos de la pulsión, se encuentra la capacidad de SUBLIMAR el instinto sexual, el niño podrá centrar su energía psíquica en las actividades culturales que le corresponde hacer ; por ejemplo, ir al colegio, jugar o estudiar. La falta de concentración o la detención en el desarrollo intelectual tiene que ver, por lo general, con no poder sublimar dichos instintos, los cuales ocupan constantemente su pensamiento e interfieren con el aprendizaje de otras materias.
Tal vez, al leer estas páginas, alguna madre o algún educador se pregunte: si el instinto sexual es tan importante para el desarrollo emocional del niño ¿ por qué no dejamos que aflore permanentemente en lugar de reprimirle.? La respuesta es bien sencilla.
Durante el periodo infantil, el instinto sexual no puede cumplir con la función a la cual está destinado: formar pareja, gozar del sexo y reproducirse, por que el niño todavía no tiene capacidad funcional para ello.
Cuando algunos padres dejan que su hijo muestre abiertamente ciertas actividades sin ejercer sobre ellas ninguna labor represiva , estas terminan por producir alteraciones en el desarrollo emocional y sexual que pueden desembocar en conductas sexuales perversas.
Encontramos numerosos casos clínicos de niños que mantuvieron relaciones sexuales muy tempranas con otros del mismo o de diferente sexo; relaciones incestuosas con sus hermanos menores o con adultos e incluso, algunos con las mascotas de la familia.
Aunque nuestro propósito no es atemorizar al lector, estas y otras cosas aún más graves pueden suceder en esta etapa infantil y con mas frecuencia todavía de lo que pensamos. Sólo con prestar más atención a esa faceta tan descuidada que es la sexualidad infantil, evitaremos que acontezcan accidentes en el desarrollo educativo de nuestros hijos.
Cerramos este apartado diciendo que aunque haya un periodo de latencia, durante el cual padres y pedagogos toman a su cargo la educación del niño, la eficacia para dominar el instinto sexual infantil nunca se alcanza totalmente
No podemos negar las evidentes semejanzas y diferencias entre lo humano y lo animal. El hombre, como un eslabón más dentro de la cadena evolutiva , es mortal y necesita del impulso sexual para cumplir con la especie y no desaparecer. Por tanto, hay algo en la sexualidad humana puesto al servicio de la reproducción. Sin embargo lo que lo diferencia del resto de seres vivientes es el proceso educativo y represivo al cual somete su instinto sexual.
Si dejáramos a un niño criarse a su libre albedrío, sin palabras, crecería como un animal salvaje. Es gracias al proceso educativo que se irá transformando en humano. Su instinto sexual tomará la forma de una sexualidad civilizada.
Debemos partir de una cierta concepción de instinto para entender el desarrollo evolutivo de la sexualidad en el niño.
El instinto es del orden del impulso; es decir, algo que en parte no se puede controlar por estar más cerca de lo animal que de lo humano.
El niño tiene sexualidad desde que nace y esta es como una semilla dispuesta a germinar y crecer en él. A lo largo del desarrollo, la educación familiar y social la irá moldeando, sometiéndola a una represión progresiva.
No debemos olvidar que el niño siempre va a tener sexualidad, independientemente de que lo muestre o lo reprima, hecho que va a depender del ambiente educativo y de las circunstancias personales que le rodeen durante la primera época de la vida.
Hay una etapa infantil denominada PERIODO DE LATENCIA en la que, aparentemente, los niños no parecen observar ningún interés por las cuestiones sexuales. Este periodo acontece, una vez que se ha constituido en el psiquismo el mecanismo de la represión, mediante el cual se puede afrontar de una manera más civilizada el despertar de la sexualidad en la etapa de la pubertad o adolescencia.
La represión se establece a raíz de que el niño recibe sus primeras críticas y reprimendas por mostrar abiertamente aquello que debe ser privado. La familia y las instituciones educativas le transmiten la conducta socialmente aceptada en relación a la micción, la defecación, mostrar la propia desnudez en público, etc. y él, en esa oscilación entre lo conveniente o no de sus actos , aprenderá a ejercer el dominio sobre sus instintos sexuales.
Gracias a que entre los destinos de la pulsión, se encuentra la capacidad de SUBLIMAR el instinto sexual, el niño podrá centrar su energía psíquica en las actividades culturales que le corresponde hacer ; por ejemplo, ir al colegio, jugar o estudiar. La falta de concentración o la detención en el desarrollo intelectual tiene que ver, por lo general, con no poder sublimar dichos instintos, los cuales ocupan constantemente su pensamiento e interfieren con el aprendizaje de otras materias.
Tal vez, al leer estas páginas, alguna madre o algún educador se pregunte: si el instinto sexual es tan importante para el desarrollo emocional del niño ¿ por qué no dejamos que aflore permanentemente en lugar de reprimirle.? La respuesta es bien sencilla.
Durante el periodo infantil, el instinto sexual no puede cumplir con la función a la cual está destinado: formar pareja, gozar del sexo y reproducirse, por que el niño todavía no tiene capacidad funcional para ello.
Cuando algunos padres dejan que su hijo muestre abiertamente ciertas actividades sin ejercer sobre ellas ninguna labor represiva , estas terminan por producir alteraciones en el desarrollo emocional y sexual que pueden desembocar en conductas sexuales perversas.
Encontramos numerosos casos clínicos de niños que mantuvieron relaciones sexuales muy tempranas con otros del mismo o de diferente sexo; relaciones incestuosas con sus hermanos menores o con adultos e incluso, algunos con las mascotas de la familia.
Aunque nuestro propósito no es atemorizar al lector, estas y otras cosas aún más graves pueden suceder en esta etapa infantil y con mas frecuencia todavía de lo que pensamos. Sólo con prestar más atención a esa faceta tan descuidada que es la sexualidad infantil, evitaremos que acontezcan accidentes en el desarrollo educativo de nuestros hijos.
Cerramos este apartado diciendo que aunque haya un periodo de latencia, durante el cual padres y pedagogos toman a su cargo la educación del niño, la eficacia para dominar el instinto sexual infantil nunca se alcanza totalmente
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martes, 13 de enero de 2009
COMO SER UNA MADRE CASI PERFECTA (VI)
A mi nunca me han querido lo suficiente.
Esta frase, que todos hemos oído o pronunciado alguna vez, suele expresar generalmente una circunstancia de nuestra realidad familiar o de pareja, vivida como carencia afectiva y emocional. Salvo casos específicos o muy concretos de alta conflictividad dentro de su seno (hijos no deseados, delincuencia, maltrato familiar) se considera una apreciación SUBJETIVA, dado que no se puede medir ni verificar objetivamente que significa recibir poco o mucho amor de los demás. Por regla general, esta aseveración acerca de la realidad no deja de manifestar más que un sentimiento – universal - neurótico infantil, cuya base inconsciente son los celos padecidos por el niño y la niña durante dicha época, hacia la figura de la madre, del padre o de los hermanos. Sin embargo, debemos tener en cuenta que los celos infantiles pueden durar toda la vida y ser la causa inconsciente de los reproches que dirigimos a nuestra pareja acerca de su falta de amor o de cariño.
“ Mis padres nunca me quisieron lo suficiente.” pero ¿ qué es suficiente.? ¿dónde está, en el niño, el punto de equilibrio entre lo que es para él necesidad de amor y demanda-voracidad de amor ?. Para un niño, nunca será suficiente el amor que reciba de sus padres y siempre se sentirá amado de menos debido a su naturaleza egoísta: todo lo quiere exclusivamente para él. Entonces, cuando tiene “ la desgracia “ de tener que compartir el amor de sus padres con el resto de sus hermanos, el sentimiento de carencia afectiva se acentúa aún más. Por tanto, si de adulto sigue experimentando dicha sensación, debe pensar que tiene que ver con una situación de celos infantiles que aún no ha podido resolver.
Si pudiéramos ser realmente objetivos y capaces de dejar de lado esos celos , comprenderíamos que la prueba mas verdadera de haber recibido todo el amor necesario es que hemos vivido hasta el momento presente, lo que significa que nos procuraron los cuidados suficientes para que no muriéramos.
Cuidar, educar y dejar que un hijo se desarrolle con la mayor libertad ideológica y de juicio posible, es la mas grande prueba de amor que unos padres pueden dar. . Todo lo que se pida más allá de esto, podemos considerarlo como DEMANDA NEUROTICA.
¿ Qué debes hacer.?
Una madre NUNCA debe olvidar que su hijo va a considerar que TODO LO QUE LE DA SIEMPRE ES POCO . Por lo general, la voracidad infantil suele ser así de extrema.
Cuando te haga referencia a que no le quieres lo suficiente, debes considerar que está atravesando por una situación de celos generada en su relación con el padre o con algún hermano.
Tienes que hacerle entender, poco a poco y día a día , que hay que aprender a compartir el amor con los demás y que los otros – familiares, amigos y pareja- tienen el mismo derecho que él a ser queridos.
Esta frase, que todos hemos oído o pronunciado alguna vez, suele expresar generalmente una circunstancia de nuestra realidad familiar o de pareja, vivida como carencia afectiva y emocional. Salvo casos específicos o muy concretos de alta conflictividad dentro de su seno (hijos no deseados, delincuencia, maltrato familiar) se considera una apreciación SUBJETIVA, dado que no se puede medir ni verificar objetivamente que significa recibir poco o mucho amor de los demás. Por regla general, esta aseveración acerca de la realidad no deja de manifestar más que un sentimiento – universal - neurótico infantil, cuya base inconsciente son los celos padecidos por el niño y la niña durante dicha época, hacia la figura de la madre, del padre o de los hermanos. Sin embargo, debemos tener en cuenta que los celos infantiles pueden durar toda la vida y ser la causa inconsciente de los reproches que dirigimos a nuestra pareja acerca de su falta de amor o de cariño.
“ Mis padres nunca me quisieron lo suficiente.” pero ¿ qué es suficiente.? ¿dónde está, en el niño, el punto de equilibrio entre lo que es para él necesidad de amor y demanda-voracidad de amor ?. Para un niño, nunca será suficiente el amor que reciba de sus padres y siempre se sentirá amado de menos debido a su naturaleza egoísta: todo lo quiere exclusivamente para él. Entonces, cuando tiene “ la desgracia “ de tener que compartir el amor de sus padres con el resto de sus hermanos, el sentimiento de carencia afectiva se acentúa aún más. Por tanto, si de adulto sigue experimentando dicha sensación, debe pensar que tiene que ver con una situación de celos infantiles que aún no ha podido resolver.
Si pudiéramos ser realmente objetivos y capaces de dejar de lado esos celos , comprenderíamos que la prueba mas verdadera de haber recibido todo el amor necesario es que hemos vivido hasta el momento presente, lo que significa que nos procuraron los cuidados suficientes para que no muriéramos.
Cuidar, educar y dejar que un hijo se desarrolle con la mayor libertad ideológica y de juicio posible, es la mas grande prueba de amor que unos padres pueden dar. . Todo lo que se pida más allá de esto, podemos considerarlo como DEMANDA NEUROTICA.
¿ Qué debes hacer.?
Una madre NUNCA debe olvidar que su hijo va a considerar que TODO LO QUE LE DA SIEMPRE ES POCO . Por lo general, la voracidad infantil suele ser así de extrema.
Cuando te haga referencia a que no le quieres lo suficiente, debes considerar que está atravesando por una situación de celos generada en su relación con el padre o con algún hermano.
Tienes que hacerle entender, poco a poco y día a día , que hay que aprender a compartir el amor con los demás y que los otros – familiares, amigos y pareja- tienen el mismo derecho que él a ser queridos.
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jueves, 8 de enero de 2009
COMO SER LA MADRE CASI PERFECTA ( V )
La deuda simbólica.
Hemos dicho que para el niño, la madre es quien lo puede todo. No puede concebir el universo sin ella, que satisface no solo sus necesidades orgánicas sino también las afectivas y emocionales. Según va creciendo, se da cuenta que todo cuidado proviene de ella; que le ama porque sí y vive ese amor como regalo-don de amor. Esa capacidad de amar sin pedir nada a cambio, ni siquiera que le presten atención o ser correspondida , es el fundamento de lo que consideramos el amor verdadero. Por eso, todo ser humano considera el amor de la madre como el único y auténtico.
Entre tanto amor y deseo, el sentimiento que se va a generar en el niño es lo que denominamos LA DEUDA SIMBÓLICA.
La definimos como una deuda de agradecimiento que contrae el ser humano con la madre por el hecho de habernos dado la vida sin pedirlo y al mismo tiempo, por cuidarnos para que no muriéramos.
¿ Se puede pagar esa deuda de amor.? La respuesta es no. Debemos saber que es impagable, ni a cambio de un nieto ni de nuestra propia vida , porque es una deuda simbólica. Solo podemos aceptarla o rechazarla , que es lo que le pasa al neurótico, que no puede admitir deber la vida a sus padres y especialmente a su madre.
Esta deuda es universal, rige para todos los seres humanos aunque algunos la viven como un sometimiento y aspiran a terminar con ella.
Este sentimiento es tan grande que, a veces, conduce a ciertos hijos a someter su vida entera a la figura materna. Absolutamente todo, lo hacen por y para ella. Eligen el trabajo, la pareja e incluso tienen descendencia para darle gusto, más allá del hecho de si vive o lo hacen para honrar su memoria.
Esta dependencia tan extrema de la madre, - no tiene por que ser sólo física, puede ser imaginaria o simbólica- les lleva a no tomar decisiones ni tener vida propia.
Hemos dicho que para el niño, la madre es quien lo puede todo. No puede concebir el universo sin ella, que satisface no solo sus necesidades orgánicas sino también las afectivas y emocionales. Según va creciendo, se da cuenta que todo cuidado proviene de ella; que le ama porque sí y vive ese amor como regalo-don de amor. Esa capacidad de amar sin pedir nada a cambio, ni siquiera que le presten atención o ser correspondida , es el fundamento de lo que consideramos el amor verdadero. Por eso, todo ser humano considera el amor de la madre como el único y auténtico.
Entre tanto amor y deseo, el sentimiento que se va a generar en el niño es lo que denominamos LA DEUDA SIMBÓLICA.
La definimos como una deuda de agradecimiento que contrae el ser humano con la madre por el hecho de habernos dado la vida sin pedirlo y al mismo tiempo, por cuidarnos para que no muriéramos.
¿ Se puede pagar esa deuda de amor.? La respuesta es no. Debemos saber que es impagable, ni a cambio de un nieto ni de nuestra propia vida , porque es una deuda simbólica. Solo podemos aceptarla o rechazarla , que es lo que le pasa al neurótico, que no puede admitir deber la vida a sus padres y especialmente a su madre.
Esta deuda es universal, rige para todos los seres humanos aunque algunos la viven como un sometimiento y aspiran a terminar con ella.
Este sentimiento es tan grande que, a veces, conduce a ciertos hijos a someter su vida entera a la figura materna. Absolutamente todo, lo hacen por y para ella. Eligen el trabajo, la pareja e incluso tienen descendencia para darle gusto, más allá del hecho de si vive o lo hacen para honrar su memoria.
Esta dependencia tan extrema de la madre, - no tiene por que ser sólo física, puede ser imaginaria o simbólica- les lleva a no tomar decisiones ni tener vida propia.
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miércoles, 7 de enero de 2009
COMO SER UNA MADRE CASI PERFECTA ( IV)
Y EL PADRE ¿ QUE PINTA EN TODO ESTO ?
En este punto, debemos hacernos la siguiente reflexión: si no hay algo o alguien que separe a la madre del niño, la unión de la célula narcisística podría durar más tiempo del conveniente para ambos. Sabemos, por definición, que la madre no desea separarse del hijo ni el hijo de la madre y este acontecimiento necesario solo se producirá si se dan ciertas condiciones procedentes del exterior.
Por tanto, vamos a llamar EL TERCERO a todo aquello que desvía la atención de la madre hacia su hijo y le muestra que no es único para ella en su deseo; por ejemplo, una llamada telefónica, el trabajo y sobre todo, la figura del padre.
El padre viene a interrumpir dicha unión , siendo necesaria su presencia para que ese ser único de la célula narcisística se divida y se constituya en dos diferentes e independientes. Para que existan el dos tiene que haber tres. Es el número tres – el padre- el que otorga la existencia al número dos, es decir, el tercero viene a diferenciar y a distinguir al niño de la madre.
Muchos problemas de pareja surgen con la llegada del primer hijo debido a que, lo único que la mujer deseaba del hombre, era ser madre y cuando su deseo se ve cumplido, aquel pasa a un segundo plano en la relación madre- hijo. Ella no está dispuesta a compartir su producto y el padre-marido-pareja se convierte en un obstáculo molesto, con el que acaba, por lo general, por romper , una vez alcanzado su objetivo.
Pero ¿ qué es un padre? . Ser padre es acceder a un lugar, a una posición desde la cual va a ejercer una función: LA FUNCION PATERNA.
Para todo hombre, alcanzar dicha posición tiene que ver con la transmisión inconsciente de una función que va a depender del modo en que su propio padre la ocupó, a su vez, para él.
La función paterna consiste en trasmitir que hay Ley. El padre debe enseñar al hijo las normas sociales : lo que es bueno y lo que es malo, lo que está prohibido y lo que está permitido.
Tanto la ideología materna como la paterna se trasmiten de generación en generación y guardan relación con la función padre y la función madre en ambos sexos.
Cuando un padre no es capaz de llevar a cabo su función correctamente, decimos que es UN PADRE DESVALORIZADO.
Cuando a sus hijos les corresponda esa tarea, mal transmitida, posiblemente lo harán , a su vez, de forma fragmentada e incompleta. Esto es lo que denominamos HERENCIA PSÍQUICA GENERACIONAL DE UN PADRE
El Padre es una realidad sagrada en sí misma, más espiritual que de cualquier otra índole. Al Padre solo se le puede amar porque es quien trasmite el orden familiar y social.
El equilibrio emocional y educacional que los hijos muestran en la realidad es efecto indicativo de que el padre ha ejercido correctamente su función.
Como viene de la mano de la aceptación de que madre y niño son dos, deducimos que hubo de haber presencia de la figura paterna.
La mayoría de los trastornos emocionales y de conducta infantiles tienen que ver con alguna complicación en este proceso. Un niño puede tener un padre real y sin embargo, dificultades para simbolizarlo.
En la mayoría de los niños rebeldes y problemáticos, encontramos que algo relacionado con la función paterna todavía no está instalado en su psiquismo. La causa puede deberse a un padre débil que no logra posicionarse debidamente en su función o a una madre que eclipsa y anula dicha figura.
Para un niño ¿ qué es un padre.? En primer lugar, un rival molesto que viene a interrumpir esa unión perfecta que tiene con su madre y por tanto, el primer desencadenante de sus celos.
En segundo lugar y por definición, es un acto de fe . El niño debe creer a su madre cuando le dice que ese hombre es su padre. Así como nunca tuvo dudas acerca de quien es ella; que su padre lo sea es un convencimiento al que va a acceder solo si verdaderamente la cree; por tanto un padre siempre es una cuestión de creencia en la palabra de la madre.
Quiere esto decir, que si lo mira con amor y lo tiene en cuenta en los pequeños actos de la vida cotidiana no va a haber dudas pero si lo hace con recelo, con desconfianza o asco, el niño va a tener sospechas al respecto.
Las dudas neuróticas sobre si el padre que se dice tal, es el padre auténtico surgen, cuando la relación entre los progenitores no es del todo armoniosa. Cada vez que la madre, delante del niño, le discute o le quita la autoridad , va a quedar cuestionado. Por consiguiente, si una mujer tiene problemas con su pareja, en mas de una ocasión, va a surgir en ella la tendencia inconsciente a despreciarlo, censurarlo y anularlo frente al hijo, lo que va a ser aprovechado para confirmar la hipótesis de que “ ese rival tan molesto, al que tan poco quiere mi madre, no puede ser mi padre “.
El padre es el eslabón necesario que regula la relación del niño con la madre.
El padre existe solo si la madre lo autoriza a existir como tal. La figura del padre biológico no se corresponde con el padre simbólico. El padre es, por tanto, una construcción a la que se llega a través de la palabra de la madre, que es quien le reconoce su autoridad, su valor y su crédito frente al niño. Por eso, cuando lo desprecia o lo desvaloriza , podemos asegurar que “ cae “; es decir, que el muchacho se queda sin representación psíquica de la figura paterna, aunque lo tenga sentado a su lado.
No debemos confundir al padre simbólico - lo que el niño cree que es un padre - con el padre real - el hombre con el que convive él y su madre .
Su modo de intervenir debe ser mediante la palabra, única forma efectiva de educar y de prohibir.
El fundamento sobre el que se asienta el respeto al padre está muy cercano a la noción del temor a Dios. Temer al padre no es lo mismo que tenerle terror. El miedo – a perder su amor - es necesario para que, en el niño se establezca el respeto a las normas y al orden para que esto suceda, él también debe estar sujeto a la Ley .
El padre debe ser tolerante pero no permisivo con las transgresiones infantiles. Debe ser justo y señalar el límite entre lo que está bien y lo que está mal. Cuando el padre marca o actúa ante un comportamiento no pertinente del niño, LA MADRE NO DEBE INTERVENIR BAJO NINGUN CONCEPTO. Siempre es preferible que le muestre algo de miedo - aunque pueda parecer un poco excesivo- que una falta de respeto y credibilidad ante la prohibición efectiva.
Algunas madres discuten continuamente lo que es o no es justo con respecto al modo en que el padre lleva adelante la educación de sus hijos. Eso va a depender del concepto de padre que, como hija, haya construido. Si piensa que fue injustamente corregida por él, podemos asegurar - salvo que encuentre un hombre con el concepto de padre como portador de la Ley muy bien instalado – que no aceptará ninguna intervención en materia educativa sin cuestionarla. En cambio, si tuvo un padre muy permisivo, lo más probable es que tienda a no tomar en consideración las enseñanzas que el padre intente impartir en dicho proceso.
Lejos de lo que habitualmente se cree, no es contraproducente para el niño sentir cierto temor al padre pues eso será la base del futuro respeto a la sociedad y a sus miembros.
El respeto al padre es el fundamento sobre el cual se va a desarrollar el sentimiento de la propia seguridad personal.
Al contrario de lo que muchos piensan, debemos señalar que el temor al padre no es causa de ningún trauma infantil ni produce inseguridad alguna. Mas bien, las inseguridades se generan cuando todo le está permitido al niño.
La experiencia nos enseña que cuando la familia permite o da por bueno cualquier comportamiento de uno de sus integrantes, esta falsa seguridad creada dentro del hogar va a chocar, tarde o temprano, con lo que se espera de él cuando sale al mundo exterior. La realidad termina por poner las cosas en su sitio, porque muestra que NO TODO está permitido y que las normas sociales existen para el buen funcionamiento del mundo.
Por regla general, los niños muy caprichosos o excesivamente consentidos durante la infancia son los que mas sufren a la hora de la adolescencia y en la vida adulta. Son niños educados por padres que no les han impuesto un límite. Han recibido - material y afectivamente – en demasía y les han sido permitidas todas sus actitudes y conductas. Al crecer y verse obligados a salir de este ámbito, el choque es brutal cuando comprenden que el mundo NO ES TAN GENEROSO como su familia y que en la vida real, conseguir las cosas necesarias y el respeto de las personas, requiere un trabajo continuo, algo a lo que no estaban acostumbrados dentro de su entorno. Por todo lo cual, su nivel de frustración y de infelicidad se acentuará con el paso de los años.
Al revés de lo que pensamos: si al niño se le enseña a aprender a tolerar las frustraciones materiales y afectivas que se generan en todo proceso educativo, se hará mas precavido y respetuoso cuando crezca y tenga que enfrentarse a las diversas situaciones que la propia vida le vaya deparando.
El respeto y el temor al padre posicionan al niño y a la niña frente a la función de la virilidad. Una posición paterna excesivamente permisiva o pasiva puede impulsar a que los hijos inclinen sus preferencias sexuales hacia una elección de objeto homosexual .
Las mujeres casadas en segundas nupcias con hijos de una primera relación pueden tener, a veces, problemas para tolerar las intervenciones de su nueva pareja sobre ellos. Esto es un error muy grave. El padre, independientemente de que sea o no sea el padre biológico, es mas una función que una figura física. Por tanto, da igual quien la ocupe siempre y cuando esté bien llevada a cabo. De hecho, muchos niños consideran a su segundo padre mejor que al primero, lo que tiene que ver con la credibilidad que la madre le otorgue en su nuevo cometido. Si ella lo acepta y lo asume como tal , el niño también lo aceptará.
Las funciones que el padre ejerce tienen que ver la introducción de la Ley y con el amor a lo social. Su tardía aparición lleva al niño a darse cuenta de que el amor de la madre, en realidad, es el padre y que él procede de la unión de ambos. El amor, tanto materno como paterno, tiene como significado la generosidad y representa para el hijo un DON DE AMOR.
. Un padre ama a su hijo de manera incondicional, sin pedirle nada a cambio y sólo quiere para él que se desarrolle como ser humano. Por eso, lo único que se puede hacer por el padre es amarlo.
En algunas circunstancias, puede ocurrir que encontremos mujeres que les impidan situarse adecuadamente en su función Es el caso de las llamadas MADRES OPACAS que se interponen para no dejar pasar a través de ellas, la palabra del padre al niño. Son madres auténticamente neuróticas que solo viven para sus hijos sin importarles para nada el resto del mundo. Nunca dejan intervenir a su partenaire en las actividades educativas y si lo hace, se toman el cuidado de anular, despreciar o desprestigiar sus opiniones ante el hijo y la sociedad.
En contraposición, la variante sana serían las llamadas MADRES TRANSPARENTES, mujeres que valoran y respetan la figura paterna y permiten el necesario pase de la Ley.
Cuando en el sujeto no se instala adecuadamente la función paterna, debido a una posición desvalorizada del padre o a la intervención de una madre opaca, aparecerán importantes trastornos psíquicos durante su desarrollo emocional e intelectual .
Que la función del padre no exista , equivale a decir: “ Si Dios no existe, entonces todo está permitido “. ( Los Hermanos Karamázov. F. Dostoievski. )
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martes, 6 de enero de 2009
COMO SER UNA MADRE CASI PERFECTA ( III )
La célula narcisistica.
Recomendamos prestar mucha atención a este tema porque vamos a hablar del origen de los sentimientos y de las emociones humanas. En las próximas páginas, hemos desplegado una gran variedad de comportamientos que los hijos suelen mostrar con sus padres y con el mundo.
El primer abrazo y la primera mirada de una madre a su hijo recién nacido marcará el inicio de una relación que durará toda la vida. Las huellas que una madre deja en su hijo y las que un hijo deja en su madre perduran en forma de vinculo afectivo y transcienden más allá de todas las barreras, incluida la de la muerte de cualquiera de los dos.
El recién nacido nace prematuro a la vida y a diferencia de otras especies animales, indefenso frente al mundo. Es un cachorro humano, casi un animalito. No desea, no ama, no tiene palabra. Los únicos estímulos que recibe son los estímulos de sus necesidades orgánicas - hambre, sed, calor, frío...-. Las funciones están regidas por su aparato nervioso- un sistema nervioso central todavía inmaduro. Así pues, no reconoce lo que ve hasta el día veintiuno y su sistema respiratorio no funciona correctamente hasta el sexto mes; por eso, necesita alguien que se ocupe de él. Debido a esta prematuración , si el niño no entrega su vida a quien le cuide , moriría.
El Dr Menassa, en su libro FREUD Y LACAN - hablados-, escribe : “..... debido a su impotencia, si el niño recién nacido no se esclaviza a alguien muere. De esta situación frente a la muerte, sólo le es posible sobrevivir esclavizándose, poniendo su vida en el otro y eso es lo que hace el niño
cuando nace: pone su vida en el otro. Este otro, en el cual el niño pone su vida, el psicoanálisis le ha dado en llamar: FUNCIÓN MADRE, que sería cualquier objeto, persona o cosa que cumpla con los requisitos funcionales del recién nacido. “
Freud plantea que en el recién nacido existe una energía constante que le hace reclamar una continua atención en demanda de satisfacción. Es una energía que no solo busca colmar sus necesidades fisiológicas. La energía cesa cuando estas han sido satisfechas, pero no se agota. Cada vez que aparece de nuevo la necesidad , vuelve a demandar su satisfacción.
El Dr. Menassa escribe que esa energía que parte del propio cuerpo del niño, como necesidad, queda grabada en su sistema nervioso como huella-recuerdo de la misma. Cuando se junten en el niño la huella del recuerdo de la necesidad con la huella del recuerdo del objeto- en este caso la madre – que es quien la atiende o la sacia, el niño experimenta su primera experiencia de placer, es decir, su primer experiencia de satisfacción. A partir de ese momento, cada vez que surja en él una necesidad fisiológica o emocional, surgirá también el deseo de alcanzar el placer que origina en él la satisfacción de su propia necesidad. Podemos decir que entonces, el niño ha aprendido a desear. Algo en él se ha hecho huella y siempre que esta se repita, llamará la atención de su madre para que venga a cubrir dicha carencia.
Por esta circunstancia, el niño acaba atribuyendo a la madre un don y un poder: SU MADRE ES CAPAZ DE CALMAR CUALQUIER NECESIDAD Y SIN ELLA LA VIDA SERÍA IMPOSIBLE.
La unión que se establece entre ambos tiene la categoría de simbiosis: una unión de tal naturaleza que todos y cada uno de los estados anímicos de la madre tienen repercusión en la salud psíquica y orgánica de su hijo. Si ella enferma, el también enfermará; si se entristece, el niño dejará de comer; si tiene ansiedad, el no parará de llorar etc...
A esta unión tan perfecta, cuya duración pueden alcanzar desde unos meses o toda la vida ( existen personas que nunca pueden separarse de la figura materna ni aún después de muerta) la denominamos CELULA NARCISISTICA.
Definimos así esta unión indivisible y única donde el niño y la madre no son dos seres diferentes sino uno solo. El niño para la madre es una prolongación de su propio cuerpo y simultáneamente, ella es el espejo donde el se refleja.
En el tiempo de duración de la célula narcisística, el niño no tiene emociones propias, de tal modo que aquello que siente y experimenta - miedo, angustia, ansiedad, alegría, tristeza - es el reflejo de las emociones que ella siente y le transmite.
Nada mas nacer, el niño no tiene psiquismo ni tampoco un sistema inmunológico maduro, por lo que su sistema de defensa es el sistema inmune de la madre.
Muchas de las enfermedades infantiles a las que el pediatra no logra encontrar una causa razonable, guardan relación con el estado anímico de la madre. Si ella padece de ansiedad, depresión, obsesiones o angustia, con absoluta certeza acabará transmitiéndoselo a su hijo que lo reflejará en algún trastorno o enfermedad corporal - diarreas, insomnio, fiebre, anorexia, inquietud motora - pudiendo llegar incluso a morir.
La célula narcisística es vital para que el desarrollo del nuevo ser comience . De su existencia depende la vida del niño, que no lograría superar su propia insuficiencia sin ella . La muerte súbita del lactante estaría relacionada con una problemática del deseo inconsciente de la madre durante ese periodo, que concierne a la supervivencia de su hijo, el cual fallece súbitamente.
Recomendamos prestar mucha atención a este tema porque vamos a hablar del origen de los sentimientos y de las emociones humanas. En las próximas páginas, hemos desplegado una gran variedad de comportamientos que los hijos suelen mostrar con sus padres y con el mundo.
El primer abrazo y la primera mirada de una madre a su hijo recién nacido marcará el inicio de una relación que durará toda la vida. Las huellas que una madre deja en su hijo y las que un hijo deja en su madre perduran en forma de vinculo afectivo y transcienden más allá de todas las barreras, incluida la de la muerte de cualquiera de los dos.
El recién nacido nace prematuro a la vida y a diferencia de otras especies animales, indefenso frente al mundo. Es un cachorro humano, casi un animalito. No desea, no ama, no tiene palabra. Los únicos estímulos que recibe son los estímulos de sus necesidades orgánicas - hambre, sed, calor, frío...-. Las funciones están regidas por su aparato nervioso- un sistema nervioso central todavía inmaduro. Así pues, no reconoce lo que ve hasta el día veintiuno y su sistema respiratorio no funciona correctamente hasta el sexto mes; por eso, necesita alguien que se ocupe de él. Debido a esta prematuración , si el niño no entrega su vida a quien le cuide , moriría.
El Dr Menassa, en su libro FREUD Y LACAN - hablados-, escribe : “..... debido a su impotencia, si el niño recién nacido no se esclaviza a alguien muere. De esta situación frente a la muerte, sólo le es posible sobrevivir esclavizándose, poniendo su vida en el otro y eso es lo que hace el niño
cuando nace: pone su vida en el otro. Este otro, en el cual el niño pone su vida, el psicoanálisis le ha dado en llamar: FUNCIÓN MADRE, que sería cualquier objeto, persona o cosa que cumpla con los requisitos funcionales del recién nacido. “
Freud plantea que en el recién nacido existe una energía constante que le hace reclamar una continua atención en demanda de satisfacción. Es una energía que no solo busca colmar sus necesidades fisiológicas. La energía cesa cuando estas han sido satisfechas, pero no se agota. Cada vez que aparece de nuevo la necesidad , vuelve a demandar su satisfacción.
El Dr. Menassa escribe que esa energía que parte del propio cuerpo del niño, como necesidad, queda grabada en su sistema nervioso como huella-recuerdo de la misma. Cuando se junten en el niño la huella del recuerdo de la necesidad con la huella del recuerdo del objeto- en este caso la madre – que es quien la atiende o la sacia, el niño experimenta su primera experiencia de placer, es decir, su primer experiencia de satisfacción. A partir de ese momento, cada vez que surja en él una necesidad fisiológica o emocional, surgirá también el deseo de alcanzar el placer que origina en él la satisfacción de su propia necesidad. Podemos decir que entonces, el niño ha aprendido a desear. Algo en él se ha hecho huella y siempre que esta se repita, llamará la atención de su madre para que venga a cubrir dicha carencia.
Por esta circunstancia, el niño acaba atribuyendo a la madre un don y un poder: SU MADRE ES CAPAZ DE CALMAR CUALQUIER NECESIDAD Y SIN ELLA LA VIDA SERÍA IMPOSIBLE.
La unión que se establece entre ambos tiene la categoría de simbiosis: una unión de tal naturaleza que todos y cada uno de los estados anímicos de la madre tienen repercusión en la salud psíquica y orgánica de su hijo. Si ella enferma, el también enfermará; si se entristece, el niño dejará de comer; si tiene ansiedad, el no parará de llorar etc...
A esta unión tan perfecta, cuya duración pueden alcanzar desde unos meses o toda la vida ( existen personas que nunca pueden separarse de la figura materna ni aún después de muerta) la denominamos CELULA NARCISISTICA.
Definimos así esta unión indivisible y única donde el niño y la madre no son dos seres diferentes sino uno solo. El niño para la madre es una prolongación de su propio cuerpo y simultáneamente, ella es el espejo donde el se refleja.
En el tiempo de duración de la célula narcisística, el niño no tiene emociones propias, de tal modo que aquello que siente y experimenta - miedo, angustia, ansiedad, alegría, tristeza - es el reflejo de las emociones que ella siente y le transmite.
Nada mas nacer, el niño no tiene psiquismo ni tampoco un sistema inmunológico maduro, por lo que su sistema de defensa es el sistema inmune de la madre.
Muchas de las enfermedades infantiles a las que el pediatra no logra encontrar una causa razonable, guardan relación con el estado anímico de la madre. Si ella padece de ansiedad, depresión, obsesiones o angustia, con absoluta certeza acabará transmitiéndoselo a su hijo que lo reflejará en algún trastorno o enfermedad corporal - diarreas, insomnio, fiebre, anorexia, inquietud motora - pudiendo llegar incluso a morir.
La célula narcisística es vital para que el desarrollo del nuevo ser comience . De su existencia depende la vida del niño, que no lograría superar su propia insuficiencia sin ella . La muerte súbita del lactante estaría relacionada con una problemática del deseo inconsciente de la madre durante ese periodo, que concierne a la supervivencia de su hijo, el cual fallece súbitamente.
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lunes, 5 de enero de 2009
COMO SER UNA MADRE CASI PERFECTA ( II )
DE HIJA A MADRE
El hecho de la maternidad supone un cambio importantísimo dentro de la estructura familiar. En sí, para cualquier mujer, el acto de tener un hijo, modifica su rango familiar: ya que, a partir de entonces, no solo es la hija de su madre, sino también la madre de su hijo. Convertirse en madre conlleva tener que renunciar a aquel único papel para aceptar también este otro.
Esta importante decisión guarda una estrecha relación con el tiempo, pues supone tolerar su transcurso y los cambios que, con su paso, han ocurrido en nuestra existencia. La hija pasa al rango de madre y la madre al rango de abuela. Hablamos de un tiempo – cronológico - donde los seres humanos caminamos imparables hacia nuestro destino: el final de la vida.
La reproducción garantiza la continuidad de la familia humana.
La cadena biológica tiene un comienzo, un desarrollo y un final. Engendrar un hijo corresponde al orden de lo biológico en el sentido de que el hombre y la mujer, para sobrevivir como especie, tienen que reproducirse y justo ahí, precisamente por eso, la pareja cumple su función principal: formar familia, es decir, crear un entorno adecuado para la supervivencia de su prole.
De modo que en ese acto, ambos deben aceptar su propia finitud; o sea, que por pertenecer a una especie mortal, son mortales y por esta causa deben reproducirse para que siga habiendo especie. Una mujer para poder ser madre tiene que saber que su propia madre es mortal. Las especies animales no saben del paso del tiempo, por eso solo se reproducen. Siguen la ley de la naturaleza porque no saben que van a morir. La maternidad humana, en cambio, debe pasar necesariamente por la elaboración de este hecho.
Tener un hijo es una decisión pero también lo es no tenerlo. La mortalidad propia es algo que los hombres y las mujeres difícilmente aceptan. En algunas parejas esta no aceptación, de manera inconsciente, es la causa de que decidan no tener hijos. Sin embargo, hay otras que habiéndola aceptado toman la misma decisión. Ser madre es un instinto de la propia naturaleza pero también es una decisión humana.
No hay mujer que nazca sabiendo ese oficio y el saber que cree poseer es el que le ha sido transmitido por su propia madre. La ideología con la que fue educada – familia, estado y religión - será el instrumento con el cual intentará llevar a cabo la educación de sus hijos, siendo habitual que cuando llega el primero prefiera tenerla cerca por la seguridad y la confianza que la infunde en este cometido.
El hecho de la maternidad supone un cambio importantísimo dentro de la estructura familiar. En sí, para cualquier mujer, el acto de tener un hijo, modifica su rango familiar: ya que, a partir de entonces, no solo es la hija de su madre, sino también la madre de su hijo. Convertirse en madre conlleva tener que renunciar a aquel único papel para aceptar también este otro.
Esta importante decisión guarda una estrecha relación con el tiempo, pues supone tolerar su transcurso y los cambios que, con su paso, han ocurrido en nuestra existencia. La hija pasa al rango de madre y la madre al rango de abuela. Hablamos de un tiempo – cronológico - donde los seres humanos caminamos imparables hacia nuestro destino: el final de la vida.
La reproducción garantiza la continuidad de la familia humana.
La cadena biológica tiene un comienzo, un desarrollo y un final. Engendrar un hijo corresponde al orden de lo biológico en el sentido de que el hombre y la mujer, para sobrevivir como especie, tienen que reproducirse y justo ahí, precisamente por eso, la pareja cumple su función principal: formar familia, es decir, crear un entorno adecuado para la supervivencia de su prole.
De modo que en ese acto, ambos deben aceptar su propia finitud; o sea, que por pertenecer a una especie mortal, son mortales y por esta causa deben reproducirse para que siga habiendo especie. Una mujer para poder ser madre tiene que saber que su propia madre es mortal. Las especies animales no saben del paso del tiempo, por eso solo se reproducen. Siguen la ley de la naturaleza porque no saben que van a morir. La maternidad humana, en cambio, debe pasar necesariamente por la elaboración de este hecho.
Tener un hijo es una decisión pero también lo es no tenerlo. La mortalidad propia es algo que los hombres y las mujeres difícilmente aceptan. En algunas parejas esta no aceptación, de manera inconsciente, es la causa de que decidan no tener hijos. Sin embargo, hay otras que habiéndola aceptado toman la misma decisión. Ser madre es un instinto de la propia naturaleza pero también es una decisión humana.
No hay mujer que nazca sabiendo ese oficio y el saber que cree poseer es el que le ha sido transmitido por su propia madre. La ideología con la que fue educada – familia, estado y religión - será el instrumento con el cual intentará llevar a cabo la educación de sus hijos, siendo habitual que cuando llega el primero prefiera tenerla cerca por la seguridad y la confianza que la infunde en este cometido.
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domingo, 4 de enero de 2009
COMO SER UNA MADRE CASI PERFECTA ( I )
PROLOGO.
El presente libro pretende servir de ayuda a todas aquellas mujeres que ya son madres y a aquellas que, en un futuro, se planteen serlo.
El enfoque propuesto sirve a un fin orientativo porque la labor propiamente educativa ha de ser realizada tanto por la madre como por el padre.
Este libro es el resumen de un trabajo continuado que, como psicoanalista, vengo desarrollando en el campo de la clínica desde hace once años.
Ser madre conlleva saber mantener un equilibrio entre lo afectivo y lo educativo. Equivale a no dar prioridad a los sentimientos y afectos instintivos ante lo que debe ser una justa, sana y razonable educación.
A un hijo se le debe dar lo necesario. Los excesos a la larga generan perturbaciones. La educación, por tanto, no debe llevarse a cabo según los gustos personales ni del uno ni de la otra porque, muchas veces, lo que una madre quiere dar a su hijo no es lo que más le conviene.
Esta es la primera regla y quizás la más importante para llevar adelante una buena labor educativa.
Debemos tener en cuenta que la maternidad es un hecho biológico. Ser madre, en cambio, pertenece al orden de lo psíquico y lo psíquico, en cada mujer, está determinado por el modo en que fue educada.
Somos la herencia psíquica de nuestros padres.
Ser madre es mucho mas que el proceso fisiológico de engendrar y dar a luz un hijo. La mujer, por regla general, pocas veces piensa cómo va a educar a ese niño y bajo qué parámetros educativos llevará a cabo dicha tarea. Normalmente, suele basarse en la propia experiencia personal de cómo lo hicieron con ella sus padres y desde ese lugar, aplica idénticos patrones ideológicos - educativos sobre el recién nacido.
Sería deseable tener algo mas que los propios criterios ideológicos a la hora de enfrentar dicha responsabilidad. En infinidad de ocasiones, el modo en que fuimos educados resulta ser válido para transmitírselo a nuestros hijos pero en otras, ese modelo no resulta el más adecuado por el descubrimiento de carencias o fisuras educativas en nuestra propia educación.
Por tanto, deberíamos dejar de lado algunos de los principios ideológicos familiares y sociales, incluidos nuestros gustos personales, y tomar solo aquellos mas convenientes para dicho fin.
Una conducta equivocada sería proyectar sobre nuestros hijos aquellas cosas que nos hubiera gustado que hicieran con nosotros. Se tiene la tendencia inconsciente de querer dar todo aquello que, en nuestra infancia, nos hubiera gustado recibir. Eso puede o no resultar correcto porque, inconscientemente, estamos imponiendo un modelo de vida que no sabemos si va a ser el que ellos desean para sí . Lo adecuado es proporcionar al niño un abanico de posibilidades creativas y culturales, dejando que desarrolle sus propios gustos para que vaya creándose en él, alguna idea sobre lo le gustaría hacer o ser en la vida.
Otra tendencia educativa habitual en los padres es querer satisfacer todas las demandas del niño. Cuando una madre da a su hijo todo lo que pide, por el mero hecho de dar, sin un criterio lógico y objetivo educacional, acabará deformando su educación.
Por eso, no es conveniente e incluso puede llegar a ser contraproducente proyectar nuestras carencias infantiles sobre nuestros hijos. El nuevo ser debe aprender a desarrollarse con autonomía e independencia de lo que fue y es nuestra vida. Muchas veces, los adultos se sienten frustrados por no haber alcanzado aquello que dicen querer, únicamente por seguir el modelo de vida que sus padres les impusieron.
Una madre y un padre transmiten la herencia de un cierto modelo ideológico familiar, social y educacional. La familia es el primer modelo de sociedad para el recién nacido. Dentro de la estructura familiar se enseña al niño las normas y leyes necesarias para hacer frente al mundo y sus exigencias.
Las Instituciones educativas se encargarán después de añadir nuevos valores a su educación y por último, la propia sociedad y el Estado será quién imponga los modelos de conducta para convivir en armonía con el resto del mundo.
El matriarcado es el fundamento de toda sociedad. La estructura familiar necesita de la figura materna para que podamos hablar de familia. Ella es el centro de ese universo por ser dadora de vida. Su misión principal - entre las muchas que ejerce – junto al padre consiste en mantener íntegra dicha unidad hasta que los hijos estén preparados para abandonarla y ser, a su vez , fundadores de su propio núcleo familiar. Por tanto, la ley que rige la familia en la especie humana es que una madre debe tener hijos para entregárselos al mundo y no para quedárselos.
Este es el mayor reto con el que topa: aceptar que los hijos no se tienen para sí sino para el mundo.
Desprenderse de ese sentimiento de propiedad recíproco entre padres e hijos es uno de los mayores desafíos y el que acarrea más complicaciones psíquicas al ser humano a lo largo de su vida.
Una educación correcta y adecuada es aquella que se enfoca hacia la consecución por parte del niño de su independencia y autonomía con respecto a la propia estructura familiar. Esto permitirá que pueda tener una vida propia con independencia de la de sus padres y que, en un futuro, sea él quien decida las opciones que quiera llevar a cabo.
La mayoría de nosotros olvidamos este principio y con frecuencia, las madres suelen manipular la educación de sus hijos, de un modo inconsciente, para que estos tengan una dependencia afectiva extrema y de ese modo, no puedan separarse de ellas. Esta actitud se corresponde con cierto tipo de neurosis que padecen sin tener conciencia de ello. Suelen ser mujeres que han mostrado algún desequilibrio afectivo durante su infancia o con la pareja y centran todas sus carencias emocionales y afectivas en los hijos. Esto les lleva a generar un sentimiento inconsciente de propiedad sobre ellos que les impulsa a no enfocar adecuadamente la educación , que debería orientarse hacia su futura autonomía e independencia.
El resultado será la producción en el niño de una fijación emocional a la madre y una desviación de su camino hacia el mundo, que le supondrá serias dificultades para establecer lazos de afecto, sentimientos y deseos hacia otras personas que no sean ella. ¡ Cuantas vidas hemos visto truncadas y estropeadas por ese egoísmo neurótico, por ese sentimiento de propiedad tan enorme que prefirió estrangular los proyectos de sus seres mas queridos antes que renunciar a su propia satisfacción personal!.
¿ Que debes hacer? .
Si has vivido una infancia carente de afectos familiares o no encuentras satisfacción personal dentro de tu relación de pareja, debes evitar volcar dichas carencias en tus hijos porque si lo haces, solo lograrás crearles una dependencia emocional muy intensa hacia ti que entorpecerá su desarrollo emocional y afectivo. En muchas ocasiones, pueden llegar hasta el extremo de contagiarse de la neurosis materna y renunciar al mundo para estar siempre y en todo momento junto ella . Sin embargo, en otras, aunque la madre lo intente por todos los medios a su alcance, no lo consigue. Cuando los hijos crecen y se marchan del hogar familiar para iniciar su propia vida, puede ocurrir que esta se sienta abandonada y este hecho ser la posible causa de la génesis de un trastorno depresivo. Es lo que popularmente llamamos el Síndrome del nido vacío.
Si eres una mujer que siente que no es suficientemente querida por su familia o su pareja, deberías acudir a un psicoanalista para resolver esa inseguridad afectiva y emocional que hace que te creas sola y poco amada. De otra manera, acabarás centrando dichas carencias en la vida de tus hijos lo que, a la larga, será causa de serias complicaciones en la convivencia diaria no solo para ti sino para toda la familia.
El presente libro pretende servir de ayuda a todas aquellas mujeres que ya son madres y a aquellas que, en un futuro, se planteen serlo.
El enfoque propuesto sirve a un fin orientativo porque la labor propiamente educativa ha de ser realizada tanto por la madre como por el padre.
Este libro es el resumen de un trabajo continuado que, como psicoanalista, vengo desarrollando en el campo de la clínica desde hace once años.
Ser madre conlleva saber mantener un equilibrio entre lo afectivo y lo educativo. Equivale a no dar prioridad a los sentimientos y afectos instintivos ante lo que debe ser una justa, sana y razonable educación.
A un hijo se le debe dar lo necesario. Los excesos a la larga generan perturbaciones. La educación, por tanto, no debe llevarse a cabo según los gustos personales ni del uno ni de la otra porque, muchas veces, lo que una madre quiere dar a su hijo no es lo que más le conviene.
Esta es la primera regla y quizás la más importante para llevar adelante una buena labor educativa.
Debemos tener en cuenta que la maternidad es un hecho biológico. Ser madre, en cambio, pertenece al orden de lo psíquico y lo psíquico, en cada mujer, está determinado por el modo en que fue educada.
Somos la herencia psíquica de nuestros padres.
Ser madre es mucho mas que el proceso fisiológico de engendrar y dar a luz un hijo. La mujer, por regla general, pocas veces piensa cómo va a educar a ese niño y bajo qué parámetros educativos llevará a cabo dicha tarea. Normalmente, suele basarse en la propia experiencia personal de cómo lo hicieron con ella sus padres y desde ese lugar, aplica idénticos patrones ideológicos - educativos sobre el recién nacido.
Sería deseable tener algo mas que los propios criterios ideológicos a la hora de enfrentar dicha responsabilidad. En infinidad de ocasiones, el modo en que fuimos educados resulta ser válido para transmitírselo a nuestros hijos pero en otras, ese modelo no resulta el más adecuado por el descubrimiento de carencias o fisuras educativas en nuestra propia educación.
Por tanto, deberíamos dejar de lado algunos de los principios ideológicos familiares y sociales, incluidos nuestros gustos personales, y tomar solo aquellos mas convenientes para dicho fin.
Una conducta equivocada sería proyectar sobre nuestros hijos aquellas cosas que nos hubiera gustado que hicieran con nosotros. Se tiene la tendencia inconsciente de querer dar todo aquello que, en nuestra infancia, nos hubiera gustado recibir. Eso puede o no resultar correcto porque, inconscientemente, estamos imponiendo un modelo de vida que no sabemos si va a ser el que ellos desean para sí . Lo adecuado es proporcionar al niño un abanico de posibilidades creativas y culturales, dejando que desarrolle sus propios gustos para que vaya creándose en él, alguna idea sobre lo le gustaría hacer o ser en la vida.
Otra tendencia educativa habitual en los padres es querer satisfacer todas las demandas del niño. Cuando una madre da a su hijo todo lo que pide, por el mero hecho de dar, sin un criterio lógico y objetivo educacional, acabará deformando su educación.
Por eso, no es conveniente e incluso puede llegar a ser contraproducente proyectar nuestras carencias infantiles sobre nuestros hijos. El nuevo ser debe aprender a desarrollarse con autonomía e independencia de lo que fue y es nuestra vida. Muchas veces, los adultos se sienten frustrados por no haber alcanzado aquello que dicen querer, únicamente por seguir el modelo de vida que sus padres les impusieron.
Una madre y un padre transmiten la herencia de un cierto modelo ideológico familiar, social y educacional. La familia es el primer modelo de sociedad para el recién nacido. Dentro de la estructura familiar se enseña al niño las normas y leyes necesarias para hacer frente al mundo y sus exigencias.
Las Instituciones educativas se encargarán después de añadir nuevos valores a su educación y por último, la propia sociedad y el Estado será quién imponga los modelos de conducta para convivir en armonía con el resto del mundo.
El matriarcado es el fundamento de toda sociedad. La estructura familiar necesita de la figura materna para que podamos hablar de familia. Ella es el centro de ese universo por ser dadora de vida. Su misión principal - entre las muchas que ejerce – junto al padre consiste en mantener íntegra dicha unidad hasta que los hijos estén preparados para abandonarla y ser, a su vez , fundadores de su propio núcleo familiar. Por tanto, la ley que rige la familia en la especie humana es que una madre debe tener hijos para entregárselos al mundo y no para quedárselos.
Este es el mayor reto con el que topa: aceptar que los hijos no se tienen para sí sino para el mundo.
Desprenderse de ese sentimiento de propiedad recíproco entre padres e hijos es uno de los mayores desafíos y el que acarrea más complicaciones psíquicas al ser humano a lo largo de su vida.
Una educación correcta y adecuada es aquella que se enfoca hacia la consecución por parte del niño de su independencia y autonomía con respecto a la propia estructura familiar. Esto permitirá que pueda tener una vida propia con independencia de la de sus padres y que, en un futuro, sea él quien decida las opciones que quiera llevar a cabo.
La mayoría de nosotros olvidamos este principio y con frecuencia, las madres suelen manipular la educación de sus hijos, de un modo inconsciente, para que estos tengan una dependencia afectiva extrema y de ese modo, no puedan separarse de ellas. Esta actitud se corresponde con cierto tipo de neurosis que padecen sin tener conciencia de ello. Suelen ser mujeres que han mostrado algún desequilibrio afectivo durante su infancia o con la pareja y centran todas sus carencias emocionales y afectivas en los hijos. Esto les lleva a generar un sentimiento inconsciente de propiedad sobre ellos que les impulsa a no enfocar adecuadamente la educación , que debería orientarse hacia su futura autonomía e independencia.
El resultado será la producción en el niño de una fijación emocional a la madre y una desviación de su camino hacia el mundo, que le supondrá serias dificultades para establecer lazos de afecto, sentimientos y deseos hacia otras personas que no sean ella. ¡ Cuantas vidas hemos visto truncadas y estropeadas por ese egoísmo neurótico, por ese sentimiento de propiedad tan enorme que prefirió estrangular los proyectos de sus seres mas queridos antes que renunciar a su propia satisfacción personal!.
¿ Que debes hacer? .
Si has vivido una infancia carente de afectos familiares o no encuentras satisfacción personal dentro de tu relación de pareja, debes evitar volcar dichas carencias en tus hijos porque si lo haces, solo lograrás crearles una dependencia emocional muy intensa hacia ti que entorpecerá su desarrollo emocional y afectivo. En muchas ocasiones, pueden llegar hasta el extremo de contagiarse de la neurosis materna y renunciar al mundo para estar siempre y en todo momento junto ella . Sin embargo, en otras, aunque la madre lo intente por todos los medios a su alcance, no lo consigue. Cuando los hijos crecen y se marchan del hogar familiar para iniciar su propia vida, puede ocurrir que esta se sienta abandonada y este hecho ser la posible causa de la génesis de un trastorno depresivo. Es lo que popularmente llamamos el Síndrome del nido vacío.
Si eres una mujer que siente que no es suficientemente querida por su familia o su pareja, deberías acudir a un psicoanalista para resolver esa inseguridad afectiva y emocional que hace que te creas sola y poco amada. De otra manera, acabarás centrando dichas carencias en la vida de tus hijos lo que, a la larga, será causa de serias complicaciones en la convivencia diaria no solo para ti sino para toda la familia.
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