lunes, 5 de enero de 2009

COMO SER UNA MADRE CASI PERFECTA ( II )

DE HIJA A MADRE

El hecho de la maternidad supone un cambio importantísimo dentro de la estructura familiar. En sí, para cualquier mujer, el acto de tener un hijo, modifica su rango familiar: ya que, a partir de entonces, no solo es la hija de su madre, sino también la madre de su hijo. Convertirse en madre conlleva tener que renunciar a aquel único papel para aceptar también este otro.
Esta importante decisión guarda una estrecha relación con el tiempo, pues supone tolerar su transcurso y los cambios que, con su paso, han ocurrido en nuestra existencia. La hija pasa al rango de madre y la madre al rango de abuela. Hablamos de un tiempo – cronológico - donde los seres humanos caminamos imparables hacia nuestro destino: el final de la vida.
La reproducción garantiza la continuidad de la familia humana.
La cadena biológica tiene un comienzo, un desarrollo y un final. Engendrar un hijo corresponde al orden de lo biológico en el sentido de que el hombre y la mujer, para sobrevivir como especie, tienen que reproducirse y justo ahí, precisamente por eso, la pareja cumple su función principal: formar familia, es decir, crear un entorno adecuado para la supervivencia de su prole.
De modo que en ese acto, ambos deben aceptar su propia finitud; o sea, que por pertenecer a una especie mortal, son mortales y por esta causa deben reproducirse para que siga habiendo especie. Una mujer para poder ser madre tiene que saber que su propia madre es mortal. Las especies animales no saben del paso del tiempo, por eso solo se reproducen. Siguen la ley de la naturaleza porque no saben que van a morir. La maternidad humana, en cambio, debe pasar necesariamente por la elaboración de este hecho.
Tener un hijo es una decisión pero también lo es no tenerlo. La mortalidad propia es algo que los hombres y las mujeres difícilmente aceptan. En algunas parejas esta no aceptación, de manera inconsciente, es la causa de que decidan no tener hijos. Sin embargo, hay otras que habiéndola aceptado toman la misma decisión. Ser madre es un instinto de la propia naturaleza pero también es una decisión humana.
No hay mujer que nazca sabiendo ese oficio y el saber que cree poseer es el que le ha sido transmitido por su propia madre. La ideología con la que fue educada – familia, estado y religión - será el instrumento con el cual intentará llevar a cabo la educación de sus hijos, siendo habitual que cuando llega el primero prefiera tenerla cerca por la seguridad y la confianza que la infunde en este cometido.

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