lunes, 30 de julio de 2012

PELEADO CON LA VIDA

" Hay días que me cuesta levantarme, parece como si todo me costara mucho, estoy como cansado todo el día. Sufro de contradicciones, porque hay momentos donde me siento bien y creo que voy a poder comerme el mundo y un rato después me siento el ser mas inferior de la tierra. Cuando estoy con la gente, no logro divertirme, parece que me diera culpa hasta de pasarlo bien y tengo una expresión seria casi todo el día. Da la sensación de que viviera amargado, sin ilusión por nada. Ni la relación con mi chica me satisface. Hay un contínuo vació en mí y nada me llena. Cualquier cosa que consigo, al rato ya me parece poco o carece de importancia. Estoy como enfadado con el mundo, la gente me altera, ando por la calle y todo me estorba. Los transeuntes, la gente del metro, todo me agobia y me genera irritación. Es como si odiara al mundo pero creo, que a quien me odio es a mí." Este es el fragmento de un paciente, que describe cómo se siente. Hay un malestar contínuo en su vida, en su forma de pensar que le lleva a una insatisfacción absoluta. No tiene capacidad para disfrutar de la cosas bellas de la vida. Remitiéndonos a su infancia, este paciente fue el primer varón de una familia de tres hermanos. La llegada del segundo hermano, despertaron en él unos celos que al dia de hoy no ha superado, pero lo que mas le marcó fue descubrir que cuando una mujer tiene un hijo, es porque previamente ha tenido relaciones sexuales con un hombre. El descubrimiento de cómo fue concebido su segundo hermano provocó no solo una mala relación con la madre, sino un profundo rechazo por el padre, frente al cual, se consideraba un fracasado o derrotado, porque no quería aceptar que había un lugar, al cual, él nunca podría acceder: el lugar junto a su madre. El rechazo por el mundo, era un desplazamiento del rechazo que sentía por el padre y los hermanos. La incapacidad para disfrutar era porque vivía bajo el sentimiento de que nunca podría ocupar junto a la madre el lugar ansiado. Su odio, una proyección de sus celos. En resúmen, todo su cuadro consistía en un profundo rechazo inconsciente hacia una situación infantil familiar, que al día de hoy, no había logrado aceptar y que había conformado su carácter actual.

EL MIEDO COMO SINTOMA EN EL TOC

Muchos toquianos padecen un miedo irracional a sus pensamientos. No sólo por la moral coercitiva que opera sobre ellos, sino también ante hechos nímios y carentes de importancia. El toquiano, tiene atrapado u ocupado su "yo" por una moral impositiva llamada " superyo" y otra parte, quizás la más conflictiva para el " yo" que es el "ello" o el inconsciente. No existe otra etiología ( causa ) del toc que no sea la sexualidad infantil reprimida. Estos aspecto, tiene el inconveniente que pueden llegar a rozar la perversidad, pues los niños, tienen una sexualidad polimorfa perversa- hay goce en todo, sin importarles la moral-. Hay un goce demás en el toquiano. La intensidad de sus deseos infantiles, es tan grande como la de su represión. Todo toquiano es una " reprimido de su sexualidad infantil". Y el miedo, que es del orden de la conciencia, es a la sexualidad infantil inconsciente. El miedo, también es una respuesta a la conciencia social y familiar del superyo. Solo si tiene miedo, no se atreve a llevar a cabo semejantes deseos. Solo si tiene miedo, puede reprimir duramente los mismo, aunque le lleve un agotamiento de energía. La conciencia moral, es castigadora, porque el toquiano, vive dentro de una cárcel impuesta por su moral como respuesta a todo intento de libertad. Hay en el toquiano un pensamiento imaginario donde cree que puede llegar a satisfacer toda su sexualidad. Pero si de algo está protegido, es del homicidio, del suicidio y de la esquizofrenia. Un toquiano jamás podrá matar, suicidarse o volverse loco, porque su patología está al servicio de negar al otro, aún sabiendo que existe. Si goza del otro, luego sentirá culpa. Su mecanismo mental le llevará a deshacer lo que hizo pagando el precio que el superyo le exija. El yo, queda invadido por los pensamientos que tienen un disfraz y que ocultan dicha sexualidad infantil y a su vez también está invadido por el superyo que trata a toda consta de que dichos deseos no se lleven a cabo. El psicoanálisis, lo que logra llevar a cabo es devolverle al yo su espacio y libertad. Recociliándolo con su parte inconsciente, ya no es necesaria la vigilancia estricta del superyo. Dicha reconciliación consiste en ir poniendo en contacto al yo, con la parte reprimida inconsciente para que lejos de asustarse, pase a una aceptación de la existencia de dicha sexualidad infantil con la cual es dificil la convivencia. Para todos aquellos que dicen que el psicoanálisis no cura el toc, es porque no quieren aceptar que lo que es enfermó es su sexualidad infantil reprimida: es decir, los deseos sexuales con la madre, homosexuales con el padre, sadismo con los hermanos, etc...

CUANDO EL SEXO ASUSTA

Podemos afirmar que las parejas que acuden a terapia, tienen dificultades con el amor y con el sexo. La genitalidad propiamente dicha, es del orden del encuentro con el cuerpo. Podemos afirmar que el sexo en sí no sirve para nada, es decir, es del orden del goce y el goce no deja huella. Sin embargo, cuando el sexo provoca malestar, angustia, rechazo, sensación de obligación, es porque ya tiene una función que cumplir. El sexo tiene que ver con una entrega donde las posiciones de masculino y femenino juegan un papel fundamental para el hombre y para la mujer. La posición masculina tiene su equiparable a la posición activa, aunque la pasividad require una gran actividad. Lo interesante es que cuando ella tiene un papel muy activo es capaz de provocar en el hombre alguna inhibición. Nuestros estudios en más de quinientas parejas, nos ha mostrado que el goce de la mujer no tiene comparación con el del hombre, también es cierto que es un goce más efímero del cual ella se olvida pronto. Sin embargo, semejante actividad en una mujer, puede llegar a asustar al hombre porque sabe que hay un orden del goce en ella inconmensurable, de dificil captación. La intolerancia al goce de la mujer, puede llevar al hombre a rehuir las relaciones sexuales, de ahí que muchas mujeres no muestran su deseo de una manera abierta porque podrían asustar al hombre. De manera que suelen silenciar sus orgasmos, sus gemidos porque sabe que si se muestra como ella quiere, puede provocar algún tipo de inhibición en él. En la impotencia masculina o en la eyaculación precoz, se puede ver la intolerancia que el hombre tiene al encuentro con el cuerpo de ella. El impotente o el eyaculador precoz, bien pueden ser tímidos machos que se retiran a tiempo porque no toleran el goce de ella, marchándose pronto de la escena para no plantearse la relación que ellos tienen con el goce de la mujer. Pero no sólo el impotente o el eyaculador precoz pueden ser tímidos machos, también puede esconder un sadismo masculino: él la deja a ella sin gozar o cuando está a punto de gozar, él eyacula o tiene una atenuación de la erección, dejándola a ella insatisfecha. Estos, son los refinamientos civilizados del sadismo: en vez de golpearla, la deja insatisfecha. En todas las patologías o dificultades sexuales dentro de la pareja, hay que analizar en profundidad, la relación que tanto ella como él tienen con su propio cuerpo. La mujer que no puede gozar de su vagina, es porque todavía no la ha conquistado. Estudios psicoanalíticos demuestran que la vagina de muchas mujeres pertenecen aún en edad adulta más a la madre que a ella mismas. No es fácil para una mujer conquistar su propio cuerpo para el goce. Sucede cuando ella ha conquistado una libertad moral conr especto a la educación materna. La moral, es inconsciente, de manera que la mujer, puede estar reproduciendo la sexualidad de la madre, sin darse cuenta, de manera que cuando se acuesta con le hombre hay un cuerpo que no siente y es el suyo, porque su cuerpo, sigue siendo de la madre. El psicoanálisis desvela estas tramas inconscientes, dentro de las cuales, están atrapadas las parejas. Un psicoanálisis de pareja debe analizar todos y cada uno de los fantasmas familiares que conviven dentro y fuera de la pareja. Si el sexo es un problema, es porque entre el hombre y la mujer - esto también es válido para las parejas homosexuales- entre ellos hay una moral impeditiva contraria al encuentro de ellos dos.

domingo, 15 de julio de 2012

LA LEY MORAL EN EL TOC


LA LEY MORAL EN EL TOC

El toquiano, vive en un laberinto atrapado de palabras o rituales. Todo el desarrollo de su libido sexual es consigo mismo. Desde los casos más jóvenes a los más adultos, el toc cumple la función de agotar la libido sexual que no ha podido proyectarse sobre los objetos externos al propio sujeto. El éxito de la terapia psicoanalítica en el toc, es debido al análisis de la sexualidad infantil perversa que el toquiano desarrolló en etapas muy prematuras de su vida. ¿Por qué la psiquiatría o la psicología no logran curar el toc?. La respuesta está no en la psiquiatría o en la psicología, sino en los psiquiatras y en los psicólogos, que son personas que no tiene analizada su propia sexualidad. Cuando un llamado “ especialista de la mente”, no tiene psicoanalizada su propia sexualidad, jamás podrá acceder a la parte inconsciente de la personalidad de sus pacientes con toc para encontrar el motivo de su dolencia. Hay una vergüenza en el toquiano a contar su goce sexual perverso infantil, pues eso mismo de lo que él gozó, es algo que también le pasó al psiquiatra o al psicólogo en mayor o menor medida. ¿qué ocurre entonces? Cuando un especialista ve en el paciente algo que le recuerda a él mismo, por un mecanismo de defensa, acaba rechazando al paciente toquiano, porque el recuerda algo de lo que él ha padecido. Hay en todo sujeto humano, una sexualidad infantil perversa que es origen del malestar actual dentro de la cultura sexual. El hombre, la mujer, padecen de trastornos mentales porque la sexualidad infantil que desarrollaron o comenzaron a desarrollar, tuvo que se reprimida para fundar la propia moral sexual. El enigma y a la vez su respuesta,  de la sexualidad infantil, está en el llamado Complejo de Edipo. Los padres, los hermanos, son fuente erógena de deseos perversos. ¿Quién no tuvo deseos hacia sus padres o hermanos? Nadie se libra, porque la familia, es el primer modelo sexual al cual accedemos. En la represión de dicha sexualidad, nos constituimos como personas  pero según las vivencias o las fantasías sobre las vivencia familiares en torno al deseo que nos producen nuestros padres o hermanos, así desarrollamos más tarde una sexualidad adulta. El toquiano, tiene un Edipo sin resolver. Su pasión sexual, está atrapada en lo familiar, de hecho, le cuesta mucho tener relaciones con otras personas, ya que todos sus síntomas se remiten a la satisfacción de deseos sexuales perversos. Todos sus rituales, tanto de limpieza, como de orden, hacen alusión a lavar la impureza de su alma. Por eso, que el toquiano vive dentro de una trama donde la moral sexual que ha desarrollado ha sido un dique de contención frente a sus deseos sexuales infantiles perversos. 

¿ INFIDELIDAD O MORAL?


¿ INFIDELIDAD o MORALIDAD?

Son muchos casos de parejas que acuden a terapia porque uno de los dos, ha sido descubierto en una infidelidad. Hoy vamos a analizar el caso de una joven, descubierta por su novio en un acto de infidelidad. Primero, tendríamos que definir qué es el concepto de infidelidad. Podemos afirmar que la fidelidad, realmente no existe, porque se puede ser infiel no solo con el cuerpo pero también con el pensamiento y con el deseo pero ya se sabe, ojos que no ven….  El caso de hoy, es el de una pareja de hombre y mujer, llevan casi cinco años juntos, entre medias tienen una crisis que les hace estar separados y durante un año aproximadamente, ella tiene relaciones con un antiguo compañero de trabajo. El caso es que los antiguos novios, vuelven a encontrarse, surge el deseo, se acuestan y deciden darse otra oportunidad. El hombre y aquí es donde comienza el problema, le dice a ella que si ha tenido relaciones con otro hombre durante el tiempo que ha estado separados. Ella por amor y por demostrarle “ su confianza”, le confiesa que sí, que ha mantenido varios encuentros sexuales con un compañero de trabajo que recién ahora se ha casado. El hombre, por su parte, le jura a ella que en ese año no ha mantenido ningún tipo de relación con mujer alguna. Comienza la convivencia, pero el deseo no ya no es igual entre ellos. Algo no pueden hablar, no pueden decirse. Ella reconoce que gozó mas con el otro pero a su novio, le ama. Durante los tres últimos años, ella llega a mantener encuentros esporádico con su antiguo novio. Es descubierta por unos emails a los cuales accede su actual pareja. El mantiene el secreto durante cinco meses, tiempo durante el cual, las relaciones sexuales entre ellos mejoran. Pero un día, él le dice a ella que lo sabe todo, le muestra los emails, ella no sabe que responder y dejan la relación.  El análisis de esta pareja pasaría por analizarla a ella y a él, porque en una pareja, ya se sabe, siempre es cosa de dos lo que sucede a la pareja. Ella reconoce que el deseo con él fallaba. Con su amigo descubrió una mujer que con su pareja nunca sintió, incluso llega a decir que con él, tenía que reprimir sus deseos porque a él le agobiaba tanta sexualidad por parte de ella. Sin embargo, le sorprende que el ser descubierta, esto mejorara su sexualidad de pareja. La conclusión a la que llega, es que su pareja durante muchos meses se excitaba con la idea de que ella tuviera un amante. Esto le hizo desearla mucho mas y de hecho, mejoraron sus relaciones de pareja. Da la sensación que él, la empujó a ella a los brazos del amante, pero la moral de él, le hizo intolerable la idea de un tercero, dentro de la pareja. La acusa de mujerzuela, pero bien que él lo sabía y guardó el secreto durante meses. Este hombre gozaba más de su pareja sabiendo que ella gozaba también con otro. Realmente, esta pareja son unos moralistas, porque ambos se encuentran con un goce desconocido que les hace darse cuenta que el goce de ambos, tiene que ver con un tercero. Pero él, no lo acepta. Para ella, el amante era un catalizador de su deseo, era una respuesta a la mujer que ella no podía sacar con su pareja actual. ¿Podemos llamar a esto infidelidad? Evidentemente no, pues cuando la mujer acude a los brazos de un tercero es porque el hombre no tolera la sexualidad o el goce de ella, pero lo mismo pasa cuando él se busca otra mujer y es que toda mujer tiene una doble moral que está formada por la ideología social, familiar y personal. Si ella goza, el hombre se asusta, si ella no goza, el hombre la ama. La mujer es más deseada cuando el hombre la cuestiona su moral pero la idea de una mujer libre, que puede acceder con su deseo a cualquier hombre, esto, enloquece al propio hombre y lo que hace, es reprimirla a ella. ¿ Cómo? Dejándola de amar. Si la mujer, se siente poco amada, sufre. Ella prefiere ser amada antes que deseada y él prefiere amarla antes que desearla. El amor, dentro de la pareja, suelen ser proyecciones de las figuras familiares. El hombre proyecta sobre la mujer el fantasma de su madre o sus hermanas. La mujer proyecta sobre el hombre, la relación con el padre, la madre o los hermanos. De manera que la pareja, como mínimo, siempre son cuatro: ella, él y las figuras del padre y de la madre. Mientras que el amor, dentro de la pareja son proyecciones de las figuras familiares, en el deseo, se tiene que poner en juego, la sexualidad adulta. Cuando no ocurre así, es frecuente que la mujer padezca de frigidez, el hombre de impotencia o de eyaculación precoz. El hombre no termina de saber quien es la mujer con la que convive y a la mujer, le pasa algo parecido. Cuando una pareja acude a terapia, te das cuenta que ambos son unos desconocidos, el uno para el otro. Un psicoanálisis de pareja, permite quitar todos los velos que cubren al hombre y a la mujer. El encuentro de ambos, siempre es un encuentro con el goce que no siempre se tolera. El hombre tiene verdadero terror a la sexualidad femenina, porque el goce de ella no tiene comparación con el goce de él. Y la manera de tolerar ese goce, es reprimiéndola a ella. Pero una mujer reprimida, acaba enfermando del cuerpo o de la mente. En ambos casos, ella siempre pierde. Pero el hombre, la pierde a ella.