La mayor o menor gravedad del trastorno
obsesivo compulsivo guarda relación con el grado de represión del sujeto y con
la cuantía de su moral o censura.
La angustia que siente el obsesivo
permite ver su relación con su libido sexual, que sería de donde parte todo el
conflicto que le lleva a hacer síntomas hasta de lo imposible.
El conflicto es una lucha donde sus deseos inconscientes, tratan de imponerse
en la conciencia. La conciencia moral del obsesivo suele ser la suma de la
moral familiar y de la moral social. Digamos que frente a la aparición de sus
deseos inconscientes, en el obsesivo, es la voz del padre, de la madre o de la
conciencia social quienes juzgan dichos deseos.
El conflicto es un conflicto de
intereses, porque si bien es cierto que el inconsciente del obsesivo-como el de
cualquier persona- no piensa, no juzga y no calcula. De esto, ya se encarga el
yo o la parte consciente de la personalidad. El inconsciente sólo quiere
manifestarse en toda su expresión, si bien es cierto que la expresión de sus
deseos siempre es amoral, es decir, para el inconsciente no hay censura, es
energía en su estado puro, energía que tiene que canalizarse ya que la libido
sexual inconsciente, es la energía que
mueve a la persona. Un ejemplo sería el petróleo crudo, hasta que no es
refinado y pasa por una serie de procesos, no puede ser apto para usarse como
energía. El inconsciente sería ese petróleo crudo que debe ser refinado para
poder hacer uso del mismo. Lo que falla por así de decirlo en el obsesivo es el
mecanismo de censura. Digamos que en los primeros años de la infancia, el
obsesivo tuvo un descubrimiento sexual precoz que le hizo ser tolerante con
aquellos deseos que acudían a su conciencia. El desarrollo de su moral con el
tiempo es para contener aquellos deseos que alguna vez le proporcionaron un
goce exquisito. Siendo así que muchos deseos de los obsesivo hacen referencia a
niños, a la homosexualidad, hacia el padre, la madre, los hermanos. Todos las
ideas obsesiva tienen relación con la primera etapa del desarrollo sexual
humano. Lo que tuvo que ser censurado o reprimido, se postergó y ahora, hay una
conciencia moral que actúa contra la manifestación en la conciencia de los
deseos sexuales infantiles que debieron ser reprimidos y censurados en su
momento pero que no lo fueron.
El obsesivo por lo tanto, a lo que tiene
miedo es a su libido sexual. Al interés que lo sexual sigue despertando en él
como cuando niño pero ahora, desde la actualidad y desde la conciencia moral ya
no puede retomar lo que en su momento, fue fuente de placer infantil.
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