Nadie es
igual a nadie y sin embargo, hay una persistencia humana en querer que los
otros sean iguales a mi. Drama humano, donde tras ese énfasis en anular las
diferencias, la soledad asienta su reinado. Hoy toca ahorcamiento, hoy
suicidio, el hombre siempre queriendo morir de una forma distinta, cuando morir
solo se muere una sola vez y es suficiente. Quizás si aceptáramos esto, la vida
sería otra. No sería necesario estar inventando cada día formas diferentes de
estar muriendo en vida para mostrarnos que morir, se muere cuando te toca. Hay
una regla en psicoanálisis que muestra que el hombre muere según como haya
vivido. Siempre hay un camino posible para iniciar un cambio, aunque ciertos
caminos nos parezcan imposibles de ser transitados. Si otros hombres pudieron,
la posibilidad es poética, lo que significa, que para el hombre, cualquier
articulación- como en la poesía- es posible. Hombres que mueren antes de nacer
como hombres. El drama es humano, un empecinamiento en hacer creer al mundo que
lo que me sucede es mi vida, cuando mi vida, ni siquiera a comenzado. Todo es
resto, todo es huída. Soy un hombre único, partido y múltiple. No me adapto a
nada. Y prefiero ponerme a llorar, antes que amar otros gestos, diferentes a mi. Quiero partir en mil
direcciones pero acabo sucumbiendo al olvido. Nada me llena, nada me satisface.
Cualquier golpe en la vida por pequeño que sea, me hace caer y sin embargo, hago
de cualquier mierda de la vida, toda una historia, para no responsabilizarme de
mi acción envenenada. Para no ver a todos los muertos que todavía no murieron
pero dentro de mi están.
jueves, 11 de abril de 2013
ENVENENADO POR MI PROPIA SANGRE
Etiquetas:
angustia vital,
celos,
depresión,
psicoanalisis,
sexualidad,
terapia pareja
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