La culpa mata, ya que el sentimiento de culpa es una respuesta de la
conciencia moral y se corresponde con la voz de un Juez interior, de Dios, del
padre o de la madre que todos llevamos dentro. Es la “voz de la conciencia” que
llama a la reflexión cuando ciertos deseos inconscientes aparecen en la
conciencia.
Para sentir culpa, una persona tiene que haber pensado, fantaseado o
llevado a cabo un acto ilícito o alejado de la moral social o familiar. ¿Qué
pensarían tus padres o la sociedad de ti si supieran que piensas o deseas hacer
esto?
MUY IMPORTANTE. No hace falta llevar a
cabo una acción amoral para sentirnos culpables. Con que solo aparezcan en la
conciencia, ya es suficiente para sentir culpa.
Existen multitud de casos donde una persona, llevada por un penoso
sentimiento de culpa, acababa padeciendo los efectos de un castigo que de
manera inconsciente se imponía ella misma.
NO LO OLVIDES. La culpa es un
sentimiento que produce gran malestar y no deja de ser una acusación o un
señalamiento hacia nosotros mismos sobre algo de lo que pensamos, deseamos o
fantaseamos es contrario a la moral social o familiar establecida.
Actos, pensamientos o deseos del orden del sadismo, masoquismo,
infidelidad, deseos sexuales, egoísmo… producen culpa cuando aparecen en la
conciencia.
¿Qué persona no ha tenido el deseo de ser infiel a su pareja? ¿Quién no ha
deseado la muerte de un ser querido por rabia o
para poder obtener un beneficio
de ello:?
¿Quién no ha sentido el deseo de matar a alguien para liberarse de su
presencia? ¿Qué hermano no deseó alguna vez ser hijo único por celos hacia sus otros hermanos?
¿A cuantas personas estaríamos dispuestos a pisotear o a eliminar para
adquirir un puesto mejor en lo social y laboral? ¿Cuántos hijos desearon la
muerte de los padres para tener mas libertad?
Lo interesante es pensar que la culpa se produce por un deseo de interés o
satisfacción personal aunque suponga un perjuicio para otros. Pero nuestro Juez
interior será el encargado de juzgarnos en virtud de la amoralidad del deseo
fantaseado o realizado.
MUY IMPORTANTE. Cuanta mayor es la culpa, mayor será la respuesta moral
de nuestro Juez interior.
Sin embargo, la culpa es inconsciente, es decir, no todo el mundo llega a
darse cuenta que está padeciendo las consecuencias de la culpa.
La culpa es un sentimiento penoso e insoportable para la conciencia. Si lo
trasladamos al cristianismo, cuando una persona siente culpa, se confiesa y
acepta la penitencia que se le impone para aminorar la culpa.
Los niños pequeños, cuando hacen algo malo y sienten culpa, no paran de
incordiar hasta que reciben un castigo y lejos de sentirse mal, podemos
observar que el castigo les calma.
La moral de cada persona es diferente hasta el punto que lo que a una
persona le da culpa, a otra le da risa, todo depende del ambiente familiar y
social donde nos hayan educado y de ciertas constelaciones psicológicas
inconscientes.
MUY IMPORTANTE. Cuanto mas moralista haya sido nuestra educación, más
rígido será nuestro Juez interior.
Frases como “nunca me puede ir bien”, “una persona como yo no puede ser
feliz“, “no me merezco la felicidad”, “me esta bien empleado lo que me sucede
por ser mala persona” “no me siento bien aunque me pasen cosas buenas” “a mi no
me puede pasar nada bueno” “me ha tocado ser infeliz” “si este es mi destino,
qué le voy a hacer”, etc...
Todas y cada una de estas frases indican la existencia de un sentimiento de
culpa inconsciente.
Lo peligroso de la culpa es que llega a tiranizar la vida de las personas,
de manera que se puede vivir sufriendo solo para calmar la culpa inconsciente que
sentimos.
MUY IMPORTANTE. Muchos de las circunstancias penosas que nos rodean en
nuestra vida han sido construidas para calmar la culpa.
NO LO OLVIDES. Una persona bajo el
sentimiento de culpa suele tener una vida sin placeres en aquella parte de su
vida donde reine la culpa.
Hay que cuestionarnos que en esa parte de nuestra vida, donde falla algo,
puede haber un sentimiento de culpa establecido sin que lo sepamos.
MUY IMPORTANTE. El Juez que nos juzga y condena y el verdugo que ejecuta
la sentencia, son la misma persona, es decir, nosotros mismos.
NO LO OLVIDES. Podemos saber que nos
hallamos bajo la tiranía de la culpa cuando algo nos va realmente mal en la
vida y se mantiene en el tiempo. Tenemos que pensar que el malestar que vivimos
está siendo el precio que estamos pagando para aminorar el penoso sentimiento
de culpa. Si nos va mal en pareja, con el dinero, los amigos y hasta ciertas
enfermedades orgánicas, inconscientemente se producen para calmar la culpa.
El ejercicio laboral suele estar afectado de nuestros problemas personales.
Cuando una persona se siente implicada en algún hecho concreto de su vida (un
divorcio, una pérdida, una muerte etc.) donde hay terceros afectados en
relación a él, puede hacer aparición un sentimiento de culpabilidad que le
lleva a emitir una serie de juicios, actitudes o comportamientos dañinos hacia
su persona y hacia su trabajo, hasta que es despedido.
NO LO OLVIDES. Podemos medir la culpa según como nos va en la vida. Nos va mal, es porque
sentimos mucha culpa. Si nos va regular hay algo de culpa y si nos va bien, no
sentimos ni tenemos culpa.
CASO CLÍNICO. A.G.M. era un empresario que se hallaba casado desde
hacia 20 años. Conoció a una mujer latina con la cual comenzó a vivir un
apasionado romance. Pensó separarse justo en el momento en que a su mujer le
diagnosticaron un carcinoma de mama. A pesar de todo, llevado por su pasión se
separó. A los tres meses su mujer falleció. Aparentemente A.G.M. se hallaba
feliz, liberado de su esposa y con su nueva pareja. Lo interesante del caso es
que cometió dos errores graves en su empresa de manera que perdió en menos de
siete meses casi cinco millones de euros. Arruinado y con un bajón emocional
fue abandonado por su amante. Lejos de sentirse mal, A.G.M. se sintió
profundamente aliviado. Llegó a decir que su egoísmo había precipitado la
muerte de su mujer. Acosado por una terrible culpa, pagó su castigo: se
empobreció y se quedó solo.
IMPORTANTE. Por último, las personas resignadas también tienen culpa. Y la calman
actuando en contra de sí mismos, “me dejó mi pareja, “me despidieron”, “me
accidenté”, “ya no puedo hacer nada”, “es mi destino”, “jamás seré feliz”,
“dejé escapar mi última oportunidad”, “siempre estoy solo”, “no tengo amigos”,
“nadie me quiere”, “solo puedo resignarme”.