Freud hace una
puntualización maravillosa, en el duelo normal la pérdida es consciente, se
murió mi papa, me abandonó mi mujer, en cambio cuando hay melancolía, cuando
hay depresión, con la pérdida el paciente no sabe lo que perdió, y si sabe lo
que perdió no sabe qué perdió con lo que perdió, es decir, actuación
inconsciente. En el duelo la elaboración es inconsciente, pero en el duelo yo
sé lo que me pasa, el mundo es gris porque se ha muerto mi enamorada, no que el
mundo sea gris. Una persona normal en el duelo no cree que el mundo sea gris,
sabe que lo ve gris porque ha muerto su enamorada; su mirada es gris. No es un
loco, un loco ve el mundo gris y dice “el mundo es gris”, la persona en duelo
no, la persona en duelo sabe que existen los colores, no existen para él, su
mirada está nublada por el llanto. Llegamos a algo fundamental para poder
discriminar el diagnóstico diferencial entre la salud y la enfermedad en el
caso de la depresión, en el duelo, jamás hay disminución del amor propio, en el
duelo jamás hay disminución del amor propio. ¿Por qué? Porque en el duelo
normal no existe la fantasía de haber intervenido en la pérdida, en el duelo
normal, es una desgracia que me pasó, no es algo que yo haya provocado, es una
desgracia, es un acontecimiento la muerte de alguien, el alejamiento de una
persona. Entonces nunca necesito desvalorizarme, nunca necesito
autodepreciarme. Una característica esencial de la melancolía, de la depresión
patológica, es la disminución del amor propio, esto que nunca ocurre en la
aflicción. Se traduce en reproches, acusaciones de que el paciente se hace
objeto a sí mismo y que puede llegar incluso a una delirante espera de castigo,
incluso de muerte.
Los únicos que
pueden suicidarse son los melancólicos, ningún histérico se suicida, ningún
obsesivo o paranoico se suicida. Esto lo sabían los psiquiatras clásicos, la
recomendación del electroshock en la melancolía era contra el suicidio, ellos
sabían que el melancólico librado al azar de su enfermedad termina
suicidándose, entonces la aplicación del electroshock hace 200 años era porque
ellos percibían que interponían algo en el camino directo de la melancolía que
era el suicidio. ¿Desde dónde partían? De esa condición de la disminución del
amor propio, reproches, acusaciones. Puede llegar incluso a una delirante
espera de castigo, incluso la muerte. ( Del libro Freud y Lacan hablados 3.
Duelo y Melancolía, de Miguel Oscar Menassa.)
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