Acude una mujer de cincuenta años, refiere padecer depresión desde hace cinco años. Es hija única, está casada y tiene una hija. Refiere que su problema son sus padres. Su madre la somete a un chantaje emocional que la está haciendo daño. No puede sustraerse a su influencia. La madre padeció de un cáncer de colon hace diez años y desde entonces hasta la actualidad vive en una continua queja, demanda atención sobre todo a su hija, que le ha llegado a provocar problemas dentro de su matrimonio. La madre no parece importarle la vida de su única hija y la hija dice que su madre está acabando con su vida. Tiene cargo moral y conciencia de culpa porque ha llegado a pensar que su madre fallezca, porque así se acabarían todos sus problemas. Durante el primer mes, la paciente fue capaz de expresar todo el odio y la rabia que le producía la actitud egoísta de la madre. Nunca se había atrevido a expresar sus emociones porque se censuraba a sí misma y los especialistas a los cuales había ido, le aconsejaban ser una buena hija o separarse de la madre. El psicoanálisis viene a mostrar que las relaciones madre-hijo duran toda la vida e incluso mas allá de la muerte. Este tipo de relaciones, por la carga emocional que conllevan puede ocasionar serios trastornos en la personalidad de los hijos. Nuestra paciente nunca pudo sustraerse ni separarse de la relación con su madre, hasta el punto que sacrificó años de su vida para dedicarse a cuidarla. Con el tiempo comprobó que cuanta mas atención prestaba a su madre, mas atención demandaba. Lo que le ocurría a esta paciente es que no pudo poner nunca un limite entre su vida y la relación con su madre. El fuerte conflicto emocional asociado a un sentimiento de culpa por deseos de abandono o muerte de la madre, hacía sentir a la paciente un malestar que la producía un conflicto emocional entre hacer lo que correspondía y lo que realmente deseaba. Este conflicto fue el que la llevó a la depresión. El hecho en sí de haber expresado lo que sentía, la hizo experimentar un alivio a su enfermedad.
domingo, 25 de septiembre de 2011
domingo, 4 de septiembre de 2011
CURSO SOBRE LAS RELACIONES DE PAREJA. EL OTRO SEXO Y SUS MISTERIOS. SÁBADO 24 de Sep a las 20.00. GRATUITO PREVIA INSCRIPCIÓN.
CURSO PRESENCIAL Y ONLINE.
El amor y el sexo: dos ocupaciones del hombre desde sus orígenes como hombre. Dos problemáticas que lo conmueven y lo mueven. Dos fuentes de afectos universales como los celos, la envidia... ¿Cómo hacer para tolerar la más grande de las diferencias, la que separa a los dos sexos, cómo hacer para aceptarla como riqueza.
INFORMACIÓN E INSCRIPCIONES: 917581940, actividades@grupocero.info
TRISTEZA POST VACACIONAL
Agustín acude a consulta hace tres días. Después de un mes de vacaciones, este año comenzó a sentirse mal los últimos cinco días. Empezó con síntomas de ansiedad y angustia y malestar general pensando que en una semana comenzaría a trabajar. Refiere que es la primera vez que le pasa. Habitualmente él nunca toma un mes de vacaciones pero este año la empresa lo dispuso así. Dice que se siente cansado antes de empezar el día y el cuerpo le pesa como si arrastrara una gripe invernal.
Las vacaciones suponen un punto de inflexión dentro de la dinámica de vida de cualquier persona. Las interrupciones, así como la vuelta a la continuidad, supone desligar la libido de una serie de pensamientos y situaciones vividas durante el periodo estival para ligarla de nuevo a la cotidianeidad de la vida. El principio del placer, por el cual se rige nuestro psiquismo, durante las vacaciones, nos sume en un estado de “ nirvana” donde la tendencia a la tensión psíquica es mínima. Todo estado placentero crea una comodidad donde la pereza asienta. Volver a la realidad es interrumpir dicho principio de placer por el principio de realidad y sus demandas. La persona tiene que desplegar de nuevo todos los mecanismos psíquicos adquiridos para volver a enfrentarse a su realidad nuevamente. Hablamos de tristeza o estado depresivo postvacacional cuando la persona siente una añoranza por lo vivido y que ahora toca olvidar. No es fácil renunciar a todo aquello que nos provoca algún tipo de goce y la libido cuando encuentra algo donde satisfacerse, allí se asienta. Desligar nuestra energía psíquica sexual de las vacaciones y de su recuerdo, conlleva un pequeño duelo, una pequeña pérdida, que siempre toca algún significante inconsciente: en este caso pérdidas mayores futuras o incluso la propia pérdida de nuestra. Volver no deja de ser un estado de renacimiento pero para que algo nazca, algo tiene que morir. De manera que la tristeza postavacional es un anuncio de futuros renuncios, de futuras pérdidas. Y el hombre, no está hecho para aceptar las pérdidas. Aceptar supone un trabajo de elaboración y de tolerancia. Cualquier cambio pasa por un proceso de elaboración y aceptación, que en cada sujeto tiene su tiempo. Y las vacaciones suponen un corte, una interrupción de ese goce que nos hace a veces sentirnos tan humanos.
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