Nuestra psiquis es una estructura de lenguaje, es decir, una suma, una inter interrelación de cadenas de significantes (palabras) cuyos significados están determinados desde lo real, lo simbólico y lo imaginario. Ejemplo. “Yo tengo una familia”. La frase condensa una estructura psíquica: padre, madre, hermanos, tios, abuelos. Simbólicamente puede representar para mi la estabilidad, para otras personas la inestabilidad. Imaginariamente condensa la ambivalencia de las emociones. “Yo tengo una familia. Mi madre me quiso menos que a mi hermano. Siempre quise a mi padre. Mis hermanos me odiaban”, etc. En lo real inconsciente: el termino familia condensa el amor, el deseo, los instintos y la la ideología.
Estamos hechos de frases, y las frases determinan nuestra manera de pensar, sentir y por lo tanto nuestra manera de vivir. Las combinaciones de palabras, que determinan las frases y las frases en su conjunto determinan conceptos que mayormente son ideológicos, es decir, la ideología viene desde lo social y desde lo familiar. Lo ideológico es cómo fueron, son y deben ser las cosas. Lo ideológico es un modelo de vida que viene asignado desde el exterior. Por lo tanto, determina nuestra manera de pensar, vivir, sentir. Es por así decirlo, el modo en que estamos programados y cómo esta programada la vida para todos. No solemos desarrollar pensamiento propios y pocas veces articulamos frases nuevas que nos sorprendan y que nos hagan vivir de manera distinta porque la ideología estructura el modo de vivir y supone un ahorro de energía, es decir, vivir como está diseñado por la ideología es dejarse llevar, simplemente. Podemos decir que las vidas ya están determinada a ser lo que la ideología ha designado en cada persona y difícilmente no se puede modificar la ideología, sin un gran trabajo previo, porque en sí misma es lo que conforma la personalidad. Sin embargo, ya que estamos hechos por una construcción de cadenas de significantes, se pueden asignar otros significados a las palabras si logramos sumar nuevas cadenas de significados. Por ejemplo, en el entendimiento de una ambivalencia afectiva, un afecto puede significar lo contrario.
“Me trataron mal”. Esta frase, mantenida en el tiempo, puede cumplir la satisfacción de un deseo inconsciente: se tratado mal. Satisfacer una tendencia masoquista. Si la persona es capaz de reconocer que tras una frase, subyace un deseo o una emoción que la sustenta, puede añadir a ese significado otro significado. Sería como añadir un nuevo plugin al software (un programa pequeño que permite otras funciones, otras utilidades). Lo que suponía un pensamiento, tras su entendimiento, pasa a ser otro pero con características y efectos distintos sobre el modo de pensar del sujeto. Algo nuevo se construyó. No hizo falta borrar lo anterior, simplemente se duplicó la posibilidad de ser. El sujeto ahora dispone de dos modos de pensar, dos modos diferentes de reconocer la misma realidad. Una determinada por su propia ideología, otra determinada por un pensamiento que ha sido capaz de producir él a través de un trabajo (en este caso con la metodología psicoanalítica). La importancia de lo afectivo va ligado a una energía que la supone como emoción. La expresión de una emoción, es sinónimo de su descarga y para ello, necesita ir ligada a palabras, frases, significantes. Una misma frase, según la emoción con la que la expresemos, significa para el receptor y el emisor significaciones diferentes. Haciendo el trabajo de identificar las cadenas de palabras, sentimientos, afectos, deseos a los que estamos determinados, conforman el carácter y no sólo el carácter sino la manera de vivir. (CONTINUARÁ)
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