Texto de 1894 de Sigmund Freud.
La diferencia esencial entre las
obsesiones propias y las fobias, es la siguiente:
En toda obsesión hay dos elementos:
1º Una idea que se impone al enfermo. 2º Un estado emotivo asociado. Ahora
bien: en las fobias, este estado emotivo es siempre la angustia, mientras que
en las obsesiones, propias puede ser igualmente cualquier otro, tal como la
duda, el remordimiento o la cólera. Ante todo, trataré de explicar el mecanismo
psíquico, verdaderamente singular, de las obsesiones propias, muy diferentes
del de las fobias.
En muchas obsesiones verdaderas es
evidente que el estado emotivo es lo principal, puesto que persiste inalterado,
variando, en cambio, la idea a él asociada. Así, la sujeto de nuestra
observación número uno (más adelante) tenía remordimientos muy varios, de haber
robado, de haber maltratado a sus hermanas, de haber fabricado moneda falsa,
etc. Igualmente, las personas que dudan, dudan de muchas cosas a la vez
sucesivamente. El esto emotivo permanece en estos casos invariable, mutándose,
en cambio la idea. En otros, es ésta también fija como en la muchacha de
nuestra observación número cuatro (mas adelante) que profesaba un odio
incomprensible a todas las criadas de la casa, cambiando, no obstante de
persona. Pues bien, un escrupuloso análisis psicológico de estos casos muestra
que el estado emotivo como tal está siempre justificado. La muchacha número
uno, que siente remordimientos, tiene suficientes motivos para ello; las
mujeres de la observación número tres, que dudaban de su resistencia contra las
tentaciones, sabían muy bien por qué, y la muchacha número cuatro, que
detestaba a las criadas tenía perfecta razón para quejarse de ellas. El sello patológico
de estos casos, consiste, pues, únicamente en los dos singulares caracteres
siguientes: 1º Que el estado emotivo se ha eternizado. 2º Que la idea asociada
no es ya la idea justa, la idea original, relacionada con la etiología (causa)
de la obsesión, sino una idea sustitutiva de la misma.
Prueba de ello es que en los
antecedentes del enfermo, y en la época inicial de la obsesión, puede hallarse
siempre la idea original, después sustituida. Tales ideas sustitutivas tienen
caracteres comunes, correspondiendo a impresiones verdaderamente penosas de la
vida sexual del individuo, que este se ha forzado en olvidar, sin conseguir mas
que reemplazar la idea inconciliable por otra, poco apropiada para asociarse al
estado emotivo, el cual, por su parte, ha permanecido sin alteración. A esta
forzosa conexión del estado emotivo y la idea asociada es a la que se debe el
carácter absurdo de las obsesiones. Expondremos ahora las observaciones y
daremos luego como conclusión una tentativa de explicación teórica.
Observación número uno. - Una
muchacha que se hacía reproches de haber robado, fabricado moneda falsa, se
daba cuenta sin embargo de lo absurdo de tales reproches.
Rectificación de la sustitución.- Se
reprochaba el onanismo (la masturbación) que practicaba en secreto sin poder
renunciar a ello.
Observación número dos.- Un joven
estudiante de Medicina, que padecía una obsesión análoga. Se reprochaba
múltiples actos inmorales: haber matado a su prima, desvirgado a su hermana,
incendiado una casa, etc. Llegó a sentir la necesidad de volverse continuamente
en la calle para convencerse de que no había matado al transeúnte con quien
acababa de cruzarse.
Rectificación.- Había leído en un
libro de divulgación médica que la masturbación, a la cual se entregaba, desmoralizaba
al individuo, habiéndole impresionado mucho la noticia.
Observación número tres.- Varias
mujeres que se quejaban de la obsesión de arrojarse por la venta, herir a sus
hijos con cuchillos, tijeras, etc..
Rectificación. Tentaciones obsesivas
típicas.- Se trataba de mujeres insatisfechas en su matrimonio, que se debatían
contras los deseos y las ideas voluptuosas que surgían en ellas a la vista de
otros hombres.
Observación número cuatro.- Una
joven, perfectamente sana de espíritu y muy inteligente, que mostraba un odio
infinito contras todas las asistentas de la casa. Este odio se había despertado
en ella ante los descaros de una criada y se había ido transmitiendo luego de
criada en criada, haciendo imposible el servicio en la casa. Como motivo de este
sentimiento- mezcla de odio y repugnancia- alegaba la sujeto que las suciedades
de “aquellas criaturas” le estropeaban su idea del amor.
Rectificación. La joven había sido
testigo involuntario de una escena amorosa de su madre. Al sorprenderla se
cubrió el rostro y se tapó los oídos, haciendo luego todo lo posible por
olvidar la escena, que la repugnaba, y cuyo recuerdo la hubiera obligado a
separarse de su madre, a la que amaba tiernamente. Consiguió en efecto, el
deseado olvido; pero la cólera que despertó en ella ver ensuciada su idea del
amor persistió en su ánimo, asociándose a ella poco después la idea de una
persona que pudiese reemplazar a su madre (las criadas)
Observación número cinco.- Una joven
se había aislado casi completamente a consecuencia de un miedo obsesivo a la
incontinencia de orina. No podía salir de su cuarto ni recibir una visita sin
haber orinado múltiples veces. Hallándose en su casa y en reposo no sentía
miedo alguno.
Rectificación. Se trataba de una
tentación o una desconfianza obsesiva. De lo que desconfiaba no era de su
vejiga, sino de su resistencia contra un impulso sexual. Así lo demostraba el
origen de la obsesión. Una vez en el teatro, había sentido, a la vista de un
hombre que le gustaba, un deseo amoroso, acompañado de ganas de orinar.
Habiéndose visto obligada a abandonar el teatro, fue presa desde aquel momento
del miedo a volver a sentir la misma sensación; pero el deseo de orinar se
sustituyó al deseo amoroso sexual.
Las observaciones anteriores, si
bien muestran diversos grados de complejidad, tienen de común que la idea
original (inconciliable) ha sido sustituida por otra. En las que a continuación
pasamos a exponer, la idea original ha sido también sustituida, pero ya no por
otra idea, sino por actos o impulsos que sirvieron originariamente de alivio o
de procedimientos protectores y que ahora se hallan en una grotesca asociación
con un estado emotivo, con el que no armonizan pero que es el original y
continua estando tan justificado como en un principio.
Observación número seis. Aritmomanía
obsesiva. Una mujer había contraído la obsesión de contar las losas de la
acera, los escalones, etc y lo realizaba de continuo, presa de un ridículo
estado de angustia.
Rectificación.- Había comenzado a
contar para distraerse de sus ideas obsesivas (tentaciones) y lo había
conseguido pero quedando sustituida la obsesión primitiva por el impulso a
contar.
Observación número siete.
Especulación obsesiva. Una mujer padecía ataques de esta obsesión que no
cesaban sino durante los períodos, siendo entonces reemplazados por miedos
hipocondriacos. El tema del ataque era una parte del cuerpo o una función: por
ejemplo, la respiración. ¿por qué es necesario respirar? ¿Y si yo no quisiera
respirar? Etcétera.
Rectificación. Al principio había
tenido miedo de volverse loca; fobia hipocondriaca, muy frecuente en las
mujeres no satisfechas por su marido, caso que era el suyo. Para convencerse de
que no iba a volverse loca y de que aún gozaba de su inteligencia, había
comenzado a plantearse cuestiones y a ocuparse de problemas de importancia. Con
esto consiguió al pronto tranquilizarse, pero la especulación mental llegó a
sustituirse a la fobia.
Observación número siete.- Una mujer
que se lavaba las manos cien veces al día y por no tocarlos con ellas, abría
los pestillos de las puertas empujándolos con el codo.
Rectificación.- Los lavados tenían
un carácter simbólico y se hallaban destinadas a sustituir por la pureza física
la pureza moral, que la sujeto lamentaba haber perdido. Se atormentaba con el
remordimiento de una infidelidad conyugal, cuyo recuerdo había decidido ahogar.
Por lo que respecta a la teoría de
esta sustitución, me limitaré a dar respuesta a dos cuestiones que aquí se
plantean:
1ª ¿Cuál es el motivo de tal
sustitución? A mi juicio, podemos considerarla como un acto de defensa del yo
contra la idea inconciliable. Algunos recuerdan el esfuerzo de voluntad
realizado para expulsar la idea o el recuerdo penoso del campo de la conciencia
(observaciones tres, cuatro y once). En otros casos, esta expulsión de la idea
inconciliable se produjo de un modo inconsciente, que no ha dejado huella
alguna en la memoria de estos enfermos.
2ª¿Por qué el estado emotivo
asociado a la idea obsesiva se ha perpetuado en lugar de desvanecerse como los demás
estados de nuestro yo? Aquí sólo haré observar que el hecho mismo de la
sustitución hace imposible la desaparición del estado emotivo. (CONTINUARÁ)
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