La salida de la adolescencia y el comienzo de la edad adulta, es para muchos jóvenes un choque psicológico fuerte, que produce un malestar significativo dentro del ambiente familiar. Nos encontramos con que muchos jóvenes no tienen claro por donde orientar sus vidas y la realidad les impone una serie de normas y conductas a las cuales les cuesta adaptarse. Podemos decir que las exigencias del entorno son cada vez mayores y el nivel de tolerancia de los jóvenes es cada día menor. Esto hace desarrollar en los adolescentes una serie de tendencias a la agresividad, que culmina en actos rebeldes tales como no estudiar, beber, drogarse o delinquir. Es frecuente encontrarnos las conductas contrarias: un pasotismo muy grande de manera que los padres se encuentran con hijos que no quieren hacer nada, nada les apetece o nada les gusta y por más que lo intentan no hayan un modo de producirles interés por algo que pueda motivarles. Tanto la agresividad como la pereza, son estados de la personalidad que requieren ser tratados por un especialista. La mayoría de los adolescentes, culpan a sus padres o al modelo educativo empleado como la causa de sus problemas. Los padres se sienten impotentes frente a este tipo de conductas y según va pasando el tiempo van viendo cómo la actitud del hijo se va deteriorando progresivamente. Ante un cambio en la actitud de un hijo, se debe acudir rápidamente a un especialista en jóvenes problemáticos. El abordaje debe basarse en un estudio de la personalidad infantil, ya que la mayoría de estos adolescentes, no han madurado lo suficiente y hay un desequilibrio entre su joven mentalidad de adulto y su temprana infancia. Dicho desequilibrio es lo que les lleva a no saber cómo afrontar las exigencias futuras de la vida. Si a esto le añadimos que tienen relaciones problemáticas con la familia, se suma una dificultad más, pues tras dicha agresividad lo que se esconde son tendencias hostiles hacia los padres o celos hacia los hermanos. Sentimientos que no han desaparecido y son causa de malestar y falta de comunicación dentro del ambiente familiar. El psicoanálisis es hoy por hoy la terapia más efectiva para abordar los problemas del desarrollo de la personalidad en adolescentes. |
lunes, 27 de abril de 2009
CUANDO LOS HIJOS SON PROBLEMATICOS
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domingo, 19 de abril de 2009
EL LABERINTO DEL OBSESIVO
El trastorno obsesivo compulsivo, se puede llamar también “ la patología del laberinto “, es decir, la persona que lo padece se da cuenta que no deja de dar vueltas y mas vueltas para llegar siempre al mismo lugar, sin encontrar una salida a sus propios pensamientos. Podemos relacionarlo con la imagen de un laberinto, donde uno se mueve por los mismos pasillos sin dar nunca con la salida. Nos llama la atención, en este tipo de pacientes lo desaforado de su imaginación, la cual se acaba convirtiendo en una red que lo apresa y atrapa y no le deja salir. De cualquier pensamiento, acaban imaginando una película, donde ellos siempre son los protagonistas, a los cuales les sucede todo aunque no quieran que les suceda. Debemos complementar esta exposición con un aspecto sumamente interesante en esta patología y es que el 95 % de los pacientes con TOC presenta fuerte y elevadas cantidades de agresividad a veces manifiesta y a veces latente. Es fácil encontrar en ellos, pensamientos e ideas de una agresividad exagerada: se imaginan peleas, asesinatos, suicidios, venganza, etc… Podemos decir que lo que tanto asusta a este tipo de pacientes es la crueldad de sus propios pensamientos, los cuales les llegan verdaderamente a inquietar y asustar porque creen que los van a realizar. Mujeres que ante la vista de un cuchillo piensan que pueden herir a sus propios hijos, hombres que con el coche creen que van a atropellar a cualquier transeunte que se cruce en su camino, temores ante una ventana abierta porque surge la idea de arrojarse por ella, miedo a ir a los lugares sagrados por temor a blasfemar en voz alta etc… Son múltiples ejemplos de síntomas, pero todos parecidos: la aparición de una agresividad que no logra entenderse y que angustia. Vamos a cerrar el tema diciendo que el origen del TOC está en la infancia y en la adolescencia. Se debe estudiar la relación del paciente con su familia, porque en esta relación es donde se haya la causa y a la vez al solución del TOC. Por norma general, suelen ser personas muy ambivalentes con los sentimientos hacia las personas queridas, de manera que unas veces los quieren y otra veces se enemistan. La tendencia actual terapeútica es psiquiatrizar a este grupo de pacientes. La medicación es para contener los pensamientos pero no para quitarlos. Hoy por hoy, la única terapia cien por cien efectiva en la curación del trastorno obsesivo compulsivo, es el psicoanálisis, una terapia que va directa al fondo y origen de la enfermedad: la infancia.
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domingo, 12 de abril de 2009
LA METICULOSIDAD EN EL TRASTORNO OBSESIVO COMPULSIVO
Más del 50% de los pacientes con Trastornos Obsesivo Compulsivo, han desarrollado una meticulosisdad exagerada en torno al orden, la limpieza y al uso del dinero . Desde el comienzo de la adolescencia y la edad adulta, comprobamos que muestran enorme irritabilidad frente al desorden. No toleran que sus cosas se hallen desordenadas y que alguien haga uso de las mismas. Respecto a la limpieza, hemos observado que más del 80% de estos pacientes, se afanan por lo limpio de manera incansable. Es frecuente encontrar fantasías de contagio de enfermedades, por lo que utilizan productos en la casa y en la higiene personal para evitar cualquier atisbo de suciedad que les pueda hacer creer que pueden coger cualquier enfermedad. Son escrupulosos en las relaciones sexuales y en sus prácticas evitan todo contacto con mucosidades ajenas. Muchos de ellos, proceden a lavarse exageradamente una vez concluido el acto sexual porque tienen remordimientos de haber traspasado o haber realizado alguna práctica de riesgo aunque no haya sido real. Digamos que el pensamiento de castigo divino es algo contínuo en la mente de estas personas y tras una experiencia placentera, le sigue a continuación un tormento psicológico redentor.
Con respecto al dinero, en los pacientes con TOC observamos en la práctica totalidad de ellos, el carácter huraño y tacaño con respecto al uso del dinero. Suelen ser ahorradores e incluso están dispuestos a vivir de manera miserable aún teniedo dinero. NO suelen prestar dinero a nadie y van por la vida quejándose de la falta de dinero. Metódicos con las cuentas, todos los gastos lo hacen a medias y son capaces de torturar a una persona hasta que les devuelva, por ejemplo, un céntimo. Tienen fantasías comunes de que pueden ser robados y estafados. Son desconfiados hasta de la propia pareja y de los familiares. Esto les lleva a mostrar una imagen indigna de sí mismos para no despertar ningún interés ajeno. Prefieren ser catalogados de pobres que despertar en la gente fantasía de ricos o pudientes. Van a los lugares más baratos y son capaces de conducir varios kilómetros en coche o andando para ahorrarse 10 o 15 céntimos, vanagloriándose del éxito económico conseguido. ( CONTINUARA )
Con respecto al dinero, en los pacientes con TOC observamos en la práctica totalidad de ellos, el carácter huraño y tacaño con respecto al uso del dinero. Suelen ser ahorradores e incluso están dispuestos a vivir de manera miserable aún teniedo dinero. NO suelen prestar dinero a nadie y van por la vida quejándose de la falta de dinero. Metódicos con las cuentas, todos los gastos lo hacen a medias y son capaces de torturar a una persona hasta que les devuelva, por ejemplo, un céntimo. Tienen fantasías comunes de que pueden ser robados y estafados. Son desconfiados hasta de la propia pareja y de los familiares. Esto les lleva a mostrar una imagen indigna de sí mismos para no despertar ningún interés ajeno. Prefieren ser catalogados de pobres que despertar en la gente fantasía de ricos o pudientes. Van a los lugares más baratos y son capaces de conducir varios kilómetros en coche o andando para ahorrarse 10 o 15 céntimos, vanagloriándose del éxito económico conseguido. ( CONTINUARA )
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domingo, 5 de abril de 2009
NADA ES CASUAL
Las funciones fallidas, o sea, el olvido ocasional de palabras, nombres, ciertos propósitos, equivocaciones orales, en la lectura, el extravío de objetos, la pérdida de los mismos, determinados errores contrarios a nuestros conocimientos, algunos gestos o movimientos habituales, todo esto que reunimos bajo el nombre común de funciones fallidas del hombre sano y normal, ha sido, en general, poco atendido por la Psicología, atribuyéndose a la distracción y considerándose derivado de la fatiga, la falta de atención o al afecto de ciertos leves estados patológicos. La investigación analítica ha demostrado que las funciones fallidas son verdaderos fenómenos psíquicos y entrañan siempre un sentido y una tendencia, constituyendo la expresión de una determinada intención, que a consecuencia de la situación psicológica dada no encuentran otro medio de exteriorizarse. Tal situación, es, por lo general, la correspondiente a un conflicto psíquico privado de su expresión directa y que ha buscado un camino indirecto para expresarse. La persona que comete el acto fallido puede darse cuenta de él y puede separadamente conocer la tendencia reprimida que en su fondo existe, pero hasta que el psicoanálisis se lo revela, ignora casi siempre, la relación causal existente entre la tendencia y el acto.
Los motivos que con más frecuencia nos mueven a reprimir una intención, obligándola a manifestarse mediante la expresión directa en un acto fallido, es la evitar el displacer o malestar. Por ejemplo, olvidamos el nombre de una persona cuyo recuerdo nos produce malestar. Perdemos un objeto cuando nos hemos enemistado con la persona a la cual nos recuerda o que nos lo regaló. Perdemos el tren o tomamos un camino equivocado cuando vamos a disgusto a un lugar, etc.. La memoria es muy parcial y tiene una gran disposición a excluir de la misma la reproducción de todo aquello que va unido a un sentimiento penoso, aunque no siempre lo consiga.
A veces, un acto fallido es dificil de comprender, a causa de la intervención de un proceso llamado " desplazamiento". Por ejemplo, olvidamos el nombre de una persona contra la cual nada tenemos, pero asociativamente guarda relación con el nombre de otra persona con la cual sentimos malestar. El olvido del nombre de la persona inocente escondía la intención de olvidar el nombre parecido o semejante de otra persona hacia la cual sentimos algún tipo de afecto.
La pérdida de objetos no constituye casi nunca una casualidad y que dicha torpeza no es muchas veces sino un disfraz de intenciones ocultas. El psicoanálisis descubre como detrás de algo que le sucede a la persona, se hallaba una intencionalidad inconfesada de la propia voluntad, incluso en accidentes graves que son adscritos a la casualidad. Este hallazgo del psicoanálisis viene ha hacer aún más espinosa la diferenciación entre la muerte por accidente y el suicidio inconsciente.
Los motivos que con más frecuencia nos mueven a reprimir una intención, obligándola a manifestarse mediante la expresión directa en un acto fallido, es la evitar el displacer o malestar. Por ejemplo, olvidamos el nombre de una persona cuyo recuerdo nos produce malestar. Perdemos un objeto cuando nos hemos enemistado con la persona a la cual nos recuerda o que nos lo regaló. Perdemos el tren o tomamos un camino equivocado cuando vamos a disgusto a un lugar, etc.. La memoria es muy parcial y tiene una gran disposición a excluir de la misma la reproducción de todo aquello que va unido a un sentimiento penoso, aunque no siempre lo consiga.
A veces, un acto fallido es dificil de comprender, a causa de la intervención de un proceso llamado " desplazamiento". Por ejemplo, olvidamos el nombre de una persona contra la cual nada tenemos, pero asociativamente guarda relación con el nombre de otra persona con la cual sentimos malestar. El olvido del nombre de la persona inocente escondía la intención de olvidar el nombre parecido o semejante de otra persona hacia la cual sentimos algún tipo de afecto.
La pérdida de objetos no constituye casi nunca una casualidad y que dicha torpeza no es muchas veces sino un disfraz de intenciones ocultas. El psicoanálisis descubre como detrás de algo que le sucede a la persona, se hallaba una intencionalidad inconfesada de la propia voluntad, incluso en accidentes graves que son adscritos a la casualidad. Este hallazgo del psicoanálisis viene ha hacer aún más espinosa la diferenciación entre la muerte por accidente y el suicidio inconsciente.
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