sábado, 21 de abril de 2012

LA SEXUALIDAD DE LA MUJER ( 4ª parte )


Un segundo reproche inconsciente, un tanto sorprendente, es que la madre no le ha dado a la niña suficiente leche, es decir, que no la amamantó bastante. Parece mas bien que dicha acusación, expresa una insatisfacción general de todos los niños, que bajo condiciones normales, son destetados entre los seis y los nueve meses. Sucede entonces como que nuestros hijos ( o todos nosotros ) se hubiesen quedado para siempre insatisfechos, como si nunca hubiesen sido lactados suficientemente.
Repasando el conjunto de la serie de motivaciones que hacen que la niña se desprenda de la madre, son: el descuido de haberla dado un genital no adecuado, que no la nutrió suficiente, que la obligó con otros hermanos a compartir su amor, que nunca la quiso suficiente y que estimuló su sexualidad para luego prohibírsela. Sin embargo, todas estos motivos no termina de ser suficientes para explicar el incompresible cambio de sentimientos y carácter que la niña tiene con respecto a su madre. Lo cierto posiblemente sea que la vinculación a la madre debe por fuerza perecer, precisamente por ser la primera y la más intensa, similar a lo que tan a menudo se comprueba en los primeros matrimonios de mujeres jóvenes, contraídos en medio de un apasionado enamoramiento. Tanto en éste caso como en aquel caso, la relación amorosa probablemente fracase al chocar con los inevitables desengaños y con la multiplicación de las ocasiones aptas para la agresión. Los segundos matrimonios resultan por lo general mucho mejores.
En las primeras fases de la vida amorosa, la ambivalencia afectiva, es evidentemente la regla y en los neuróticos obsesivos, el amor y el odio mantienen un equilibrio mutuo en todas sus relaciones objetales. Podemos concluir que la intensa vinculación de la niña pequeña con su madre está dominada por una poderosa ambivalencia afectiva de amor-odio, reforzada por las motivaciones anteriormente citadas, que hacen que la niña, acabe separándose de la madre.
Contra esto, nos preguntamos: ¿cómo es posible que el varón logre mantener intacta su vinculación con la madre tan intensa, sin duda alguna como la de la niña?. La respuesta es porque puede resolver su ambivalencia afectiva contra la madre transfiriendo toda su hostilidad al padre. ( continuará )

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