domingo, 30 de agosto de 2015

¿QUÉ ES UN PADRE?

La experiencia nos muestra que si no hubiera algo o alguien que separara a la madre del niño, la unión de ambos duraría más tiempo del conveniente para ambos. La madre no desea separarse del hijo ni el hijo de la madre y la separación solo se producirá  si se dan ciertas condiciones procedentes del exterior. Para el niño pequeño, la madre es la imagen de si mismo, es decir, siempre que mira al frente, la ve a ella. Esto es así hasta que no aparece lo que  vamos a llamar  EL TERCERO  y será todo lo que desvía la atención de la madre hacia su hijo. Esto permite que el niño se de cuenta que a parte de él, hay otras cosas o personas hacia los cuales, la madre muestra su atención y deseo, pudiendo ser desde una llamada telefónica,  ir al trabajo o la  figura del padre.
El padre viene a interrumpir dicha unión , siendo  necesaria su presencia  para que ese ser único – que es el niño con la madre- se divida en dos y el niño distinga a la madre de él mismo.
Para que existan  el dos tiene que haber tres. Es el número tres – el padre- el que otorga la existencia al número dos, es decir, el tercero viene a diferenciar y a distinguir al niño de la madre.
Muchos problemas de pareja surgen con la llegada del primer hijo debido a que,  lo único que la mujer deseaba del  hombre,  era ser madre  y cuando  su deseo  se ve cumplido,  aquel  pasa a un segundo plano en la relación madre- hijo. Ella no está dispuesta a compartir a su hijo porque piensa que es de su pertenencia  y el padre-marido-pareja se convierte en un obstáculo molesto, con el que  acaba,  por lo general,  por romper , una vez alcanzado su  objetivo.
Pero ¿ qué es un padre? . Ser padre es acceder a un lugar, a una posición desde la cual  va a ejercer una función: LA FUNCION PATERNA.
Para  todo hombre,  alcanzar dicha  posición tiene que ver con  la  transmisión inconsciente de una función que  va a depender del  modo en  que su propio padre  la  ocupó, a su vez,  para él.
La función paterna consiste en trasmitir que hay  Ley.  El padre debe enseñar al hijo las normas sociales :  lo que es bueno y lo que es malo, lo que está prohibido y lo que está  permitido. Pero sobre todo, que la madre le está prohibida como objeto de sus deseos sexuales.
Tanto  la ideología materna como  la paterna  se trasmiten  de generación en generación y guardan  relación con la función  padre y la función madre en ambos sexos.
 Cuando un padre no es capaz de llevar a cabo su función  correctamente, decimos que es UN PADRE DESVALORIZADO para el hijo.   
Cuando a  sus hijos les corresponda esa tarea,  mal transmitida,  posiblemente lo harán ,  a su vez,  de forma fragmentada e incompleta. Esto es lo que denominamos HERENCIA PSÍQUICA GENERACIONAL DE UN PADRE
El  Padre es una realidad sagrada en sí misma, más espiritual que de cualquier otra índole. Al  Padre solo se le puede amar porque es quien trasmite el orden familiar y social, ya que prohíbe al hijo a la madre como objeto de sus deseos sexuales.
El equilibrio emocional y educacional que los hijos muestran en la realidad es  efecto indicativo de que el padre ha ejercido  correctamente su función.
Como viene de la mano de la aceptación de que madre y niño son dos, deducimos que  hubo de haber  presencia de la figura paterna.
La mayoría de los trastornos emocionales y de conducta infantiles   tienen que ver  con alguna complicación en este proceso.  Un niño puede tener un padre real   y sin embargo,  dificultades  para  simbolizarlo.
En la mayoría de los niños rebeldes y problemáticos, encontramos  que  algo relacionado con  la función paterna  todavía no está instalado en su psiquismo. La causa puede deberse a un padre débil que no logra posicionarse debidamente en  su función o a una madre que eclipsa y anula  dicha  figura.
Para un  niño ¿ qué es un padre.? En primer lugar,   un rival molesto que viene a interrumpir esa unión perfecta que  tiene con su madre  y por tanto, el primer desencadenante de sus celos.
En segundo lugar y por definición,  es un acto de fe . El niño debe creer a su madre cuando  le dice que ese hombre es su padre. Así como  nunca tuvo dudas  acerca de quien es ella;    que su padre lo sea  es un convencimiento  al que va a acceder solo si   verdaderamente la cree;   por  tanto un padre  siempre es una cuestión de creencia y fe en la palabra de la madre.
Quiere esto decir, que si la madre lo mira  con amor y lo tiene en cuenta en los pequeños actos de la vida cotidiana no va a haber dudas  pero si lo hace con recelo,  con desconfianza o asco, el niño va a tener sospechas al respecto. 
Las dudas neuróticas sobre si el padre  que se dice tal,  es el padre auténtico  surgen, cuando  la relación entre los progenitores no es del todo armoniosa. Cada vez que  la madre, delante del niño,  le discute o le quita la  autoridad al padre, este va a quedar cuestionado.  Por consiguiente,  si  una mujer tiene problemas con su pareja, en mas de una ocasión,  va a surgir  en ella la tendencia inconsciente a despreciarlo, censurarlo y anularlo frente al hijo, lo que va a ser aprovechado para  confirmar la hipótesis de que  “ ese rival tan molesto,  al que tan poco quiere  mi madre,  no puede ser mi padre “.  
El padre es el eslabón necesario que regula la relación del niño con la madre.
El  padre existe solo si la madre lo autoriza a existir como tal. La figura del padre biológico no  se corresponde con  el padre simbólico. El padre es,  por  tanto,  una construcción a la que se llega a través de la palabra de la  madre, que es  quien le reconoce su  autoridad,  su valor y su crédito frente al niño. Por eso, cuando  lo desprecia o lo desvaloriza ,  podemos asegurar que  “ el padre cae “,  es decir, que el niño se  queda sin representación psíquica de la  figura paterna,   aunque lo  tenga sentado a su lado. ( continuará )


domingo, 16 de agosto de 2015

Psicoanálisis y Educación (3)

CULPA POR LA MUERTE DE UN SER QUERIDO


Cuando una persona ha perdido a su marido, esposa, madre, padre o hermano, sucede con frecuencia que caen presos de penosas dudas, a las que calificamos de reproches obsesivos y se preguntan si no habrán contribuido por alguna negligencia o imprudencia a la muerte de la persona amada. Ni el recuerdo de haber asistido al enfermo con la mayor solicitud ni los argumentos objetivos mas convincentes contrarios a la penosa acusación son suficientes para poner fin al tormento del sujeto, tormento que constituye a veces una expresión patológica del duelo por la muerte y que va atenuándose con el tiempo.
La investigación psicoanalítica de estos casos nos ha revelado las razones secretas de tal sufrimiento. Hemos descubierto, en efecto, que tales reproches obsesivos no carecen hasta cierto punto de justificación. No quiere esto decir que la persona de que se trate sea realmente culpable de la muerte de su pariente o haya cometido alguna negligencia para con él, como el reproche obsesivo pretende hacerle creer.
Significa únicamente que la muerte del mismo ha producido la satisfacción de un deseo inconsciente del sujeto, que si hubiera sido suficientemente poderoso hubiese provocado dicha muerte. Contra este deseo inconsciente es contra lo que el reproche reacciona después de la muerte del ser amado.

En casi todos los casos de intensa fijación de un sentimiento a una persona determinada hallamos tal hostilidad inconsciente disimulada detrás de un tierno amor. Trata eso de la clásica ambivalencia de la afectividad humana. “quien bien te quiere, te hará llorar”. Esta ambivalencia es mas o menos pronunciada según las personas. Normalmente no suele ser lo bastante fuerte como para provocar un reproche obsesivo. Pero en el caso que alcance un grado muy pronunciado se manifiesta de manera pronunciada hacia las personas queridas. A veces suele ser el detonante de la aparición de un trastorno obsesivo compulsivo.

sábado, 15 de agosto de 2015

SINDROME DEL VARON CASTRADO


En un estudio sobre la última generación de varones comprendidos entre 20 y 30 años, se ha observado que padecen lo que podríamos llamar el síndrome del varón castrado.
Se corresponde con un perfil de personalidad masculina débil, inseguro, quejica, con dificultad para trabajar y para los compromisos amorosos.
Este tipo de hombres provienen de un modelo educacional materno anómalo. Nos encontramos con un perfil de madre muy protectora  que han eclipsado a la figura paterna hasta el punto de tener muy poca presencia en la vida psíquica de sus hijos.
Favorecida por las leyes jurídicas y sociales, este tipo de mujeres han llegado a creerse que los hijos “son mas de la madre que del padre” y esta creencia ha provocado una generación bastante amplia de varones con impotencia psíquica para trabajar, tomar decisiones, tener pareja, etc… es decir, se ha producido un sistema educativo que lejos de fomentar la virilidad en el hombre, se le ha disminuido.
La madre para estos varones ha adquirido el rango de “supermadre” que lejos de ayudarles a ser independientes y con fuertes deseos en la vida, han provocado que sean muy dependientes emocionalmente de ellas, con las repercusiones que en su vida sexual y emocional ha producido.
Este tipo de varones buscan relaciones sexuales variadas, incluidas las homosexuales, hacen uso de diferentes drogas y las relaciones donde mejor encajan son aquellas donde la mujer ejerce el rol de madre protectora.
Cuando tienen un hijo, el modelo educacional lo están repitiendo por igual. El hijo queda a merced de la madre, la cual “se apropia del mismo” y repite el mismo modelo. Impresiona la  multitud de parejas que al año de tener un hijo se rompen y la mujer se apropia literalmente del hijo o de los hijos, porque el hombre no llega a alcanzar la categoría de padre en su relación de pareja.
Este tipo de varones, son hombres “hechos a medias”, se quedan entre medio niños, medio hombres. Y observamos que son mas hijos de su mujer que marido de la misma y padre de sus hijos. E incluso vemos que desarrollan celos de sus propios hijos,  sintiendo a los mismos como rivales frente al amor de la mujer.
Estamos viviendo un momento de caos educacional. Se han roto los modelos educaciones donde se incluía la figura del padre como figura necesaria para fomentar la seguridad y la virilidad en el varón.

Haber dado a la madre un poder absoluto sobre los hijos y habérselo quitado al padre ha producido un modelo “afeminado de hombres” que ahora no saben cómo enfrentarse al  mundo competente que les está tocando vivir.

domingo, 9 de agosto de 2015

LA CÁRCEL DE MIS PROBLEMAS

Cuando buscamos una terapia, ¿ buscamos un terapeuta que nos calme la ansiedad o un entendimiento y transformación de aquello que no logramos comprender de nuestra mente.?
En “el mercado de la salud mental”, la oferta es tan variada como la demanda. Podemos encontrarnos parejas que no quieren solucionar sus dificultades porque supondría una transformación en su forma de vivir,  personas que se niegan a abandonar su depresión, sus obsesiones, su angustia o ansiedad porque obtienen un beneficio secundario a “su enfermedad”. Este tipo de personas, buscan “parches” terapéuticos pero no soluciones reales, porque supondría modificar aspectos tanto de su personalidad como de su manera de vivir. Y en este tipo de búsqueda, hallan psiquiatras que les medican, psicólogos que les sugestionan su “yo”  pero nada que pueda modificar su manera de pensar.
Sin embargo, nos encontramos con otro tipo de personas que tras su depresión o profunda melancolía, quieren volver a recuperar las ganas de disfrutar y vivir de nuevo. Obsesivos cuyas obsesiones y rituales han empobrecido su vida hasta el punto de no poder hacer nada mas allá de su ritual pero que quieren salir de la cárcel que ellos mismos se han creado.
La enfermedad, los trastornos o dificultades mentales, no dejan de ser mas que “una cárcel” creada por nuestro “yo”.  Y desde aquí podemos preguntarnos para qué ha sido necesario recluirnos en una cárcel cuyos barrotes son la manera de pensar o incluso las propias relaciones familiares, las que suponen gruesos muros difíciles de atravesar.
Una cárcel cumple varias funciones. Por un lado supone una medida disuasoria contra pensamientos contrarios a nuestra voluntad. Solamente encerrados “en la cárcel de nuestro trastorno o problema mental”, estamos a salvo de “nosotros mismos y de los otros”. Con esta metáfora quiero explicar que un problema mental, sea de la índole que sea, supone una coartación de la propia libertad. Una persona aquejada de depresión, angustia, ansiedad, obsesiones, manía, fobias, etc, vive recluida en su enfermedad y por lo tanto, alejada del mundo, de los otros. De esta manera, ella misma sabe que poco se puede temer de alguien enfermo. Al contrario, una persona enferma, no tiene fuerzas para nada. Vive solo “por y para mantener los barrotes de su enfermedad”. Por lo otro lado, a la cárcel van todas la personas que han cometido algún delito y en “la cárcel de la enfermedad mental” los delitos son siempre más imaginarios que reales, es decir, somos capaces de sentir culpa y de juzgarnos más bien por lo que pensamos y nos gustaría llevar a cabo que por las acciones que realizamos.

Viéndolo así, nos planteamos el “tiempo de condena”. ¿Hasta cuando nos toca seguir “encerrados”.? Y la respuesta desde la persona es certera, hasta cumplir “la condena impuesta por el Juez que hay dentro de ella”. Sin embargo, el psicoanálisis plantea una cuestión; si una persona ha sido condenada a ser privada de su libertad, también se puede “revisar su sentencia”. Quizás usted no es tan mala como creía o bien, su odio, sus deseos reprimidos, contrarios a la moral o a la ideología de su familia la han condenado de por vida. Antes de “acabar en la cárcel” qué mejor que revisar su sentencia y quizás no necesite pagar un precio tan alto como es el precio de su propia vida.