domingo, 31 de mayo de 2015

¿QUE ES EL DUELO Y LA MELANCOLÍA?

¿Quién no ha perdido un amor, un ideal, un sueño, un ser querido o ha tenido que cambiar de ciudad, país, abandonar un proyecto.? En todas estas situaciones se corre el peligro de producir una melancolía. Pero también cuando estoy en desacuerdo con la persona querida, donde no hay coincidencias respecto a lo que quiero, también puede producirse una melancolía.
Freud, en “Duelo y Melancolía”, trata de explicarnos que la melancolía, es una enfermedad dolorosa, donde se pierde prácticamente todo contacto con la realidad. Por su forma de producirse, es parecida a otro estado normal, llamado duelo, con la diferencia que en el duelo, se produce por una pérdida real de un objeto amoroso, es decir, por muerte o separación. Se muere mi padre y la realidad exterior ha perdido interés para mi. Solo me interesa de la realidad exterior, aquellas cosas que me recuerdan a mi padre. Freud, dice que “esto que parece una enfermedad, no lo es, porque es temporal”. En el duelo, ha ganado la realidad, es decir, en la realidad ya no está mas la persona querida o el objeto amoroso. Tienes que buscarte a otra persona, tienes que sustituirla. Pero cuando esta situación, se prolonga indefinidamente, donde la persona sigue desinteresada por la realidad exterior, lo que ha aparecido ya es una enfermedad con lo que fue el sentimiento normal de duelo.
En el duelo, uno aunque triste, continua con las cosas de su vida: estudios, trabajo, pareja, amigos. Sin embargo en la melancolía, uno no puede trabajar, no puede querer a nadie, abandona los amigos. Lo que es en el duelo, aunque con tristeza, una capacidad normal de afrontar la vida, en la melancolía, no puedo afrontar la vida con la capacidad normal que antes tenía. Es “como si hubiéramos perdido una parte de nosotros”. Freud lo define como “una pérdida de una parte del yo”.

En el duelo, hay una pérdida de interés por la realidad pero la persona sigue haciendo las cosas de su realidad. En la melancolía, observamos en la persona un autorreproche, sentimientos de ruina, de empobrecimiento y de miseria que puede llegar al suicidio, algo que en el duelo, no ocurre. La pregunta que se hace Freud, es ¿cómo es posible que ese auto reproche lleve a la persona a maltratarse a sí misma hasta terminar con su propia vida? (CONTINUARÁ)

domingo, 24 de mayo de 2015

REPETIMOS LO QUE NO LOGRAMOS RECORDAR


REPETIMOS LO QUE NO LOGRAMOS RECORDAR.

El olvido de impresiones, escenas y sucesos, se reduce casi siempre a una “retención” de los mismos. Cuando un paciente habla de este material “olvidado”, rara vez deja de añadir: “En realidad, siempre he sabido perfectamente todas estas cosas; lo que pasa es que nunca me he detenido a pensar en ellas”. Y muchas veces se manifiesta defraudado porque no se le ocurren suficientes cosas que pueda reconocer como “olvidadas” y en las que no ha vuelto a pensar desde que sucedieron”.
El “olvido” queda restringido por la existencia de recuerdos encubridores. La amnesia que tenemos sobre nuestra infancia suele ser compensada por los recuerdos encubiertos. En dichos recuerdos, se conserva una parte de nuestra vida infantil y todo aquello que tuvo una importancia esencial. Con el psicoanálisis podemos extraerlo.
Otro tipo de sucesos, impresiones internas, constituidos por las fantasías, asociaciones o sentimientos, deben ser estudiados en relación al  olvido y al recuerdo. Sucede aquí se recordamos algo que nunca pudo ser olvidado, pues nunca fue retenido ni llegó a ser consciente.
Sobre todo, en la neurosis obsesiva, el olvido se limita a destruir conexiones, suprimir relaciones causales y aislar recuerdos en lazados entre si.  Resulta imposible despertar el recuerdo de una clase especial de sucesos muy importantes correspondientes a épocas muy tempranas de la infancia y vividos entonces sin comprenderlos, pero perfectamente interpretados y comprendidos luego por el sujeto. Y una vez vencidas sus resistencias, el paciente analizado, reconoce la sensación de que algo de lo que dice, ya le era conocido.
Las personas, no solemos recordar nada de lo olvidado o reprimido, sino que lo vive de nuevo. No lo reproduce como recuerdo, sino como acto: lo repite sin saber, naturalmente, que lo repite. Por ejemplo, hombres que no recuerdan haberse mostrado rebeldes hacia la autoridad de sus padres y ahora, lo hacen con respecto a su trabajo, proyectos, pareja, etc…
Por ejemplo, personas que no logran recordar que su investigación sexual infantil fracasó, dejándolos perplejos y ahora de adultos se lamentan de que nada le sale bien y de que su destino es no conseguir jamás llevar a buen término una empresa.

Repetir es la transferencia a una situación actual de una situación pasada olvidada. Cuanto mas reprimido es el recuerdo que la persona no logra recordar, con más fuerza es sustituido el recuerdo por la acción de repetir. (continuará)

domingo, 10 de mayo de 2015

CELOS Y REBELDÍA ADOLESCENTE



La primera situación de rebeldía que acontece en un hijo, tiene su motivo con la aparición de los celos. Debemos matizar que los celos pueden ser hacia uno o ambos progenitores o bien hacia alguno de los hermanos.
Cuando los celos son hacia las figura materna o paterna, tiene su origen en el llamado complejo de Edipo. Dicho complejo lo padecen todos los seres humanos y no deja de ser un momento de “civilización” para el menor que a veces tiene consecuencias violentas.
La relación tanto del varón como de la hembra con la figura materna,  está marcada por el sentimiento de posesión hacia ella. Aquí entra en juego la personalidad de la madre en el sentido que dicho sentimiento de posesión puede estar fomentado de manera inconsciente y a veces conscientemente por ella. Lo cierto es que cuanto más dependiente hace la madre a su hijo de ella, mas posibilidades existen de la aparición de celos violentos hacia la figura del padre o hacia lo hermanos. Si el hijo se ha vuelto muy posesivo porque la madre ha fomentado dicha posesión, cualquier persona que acapare su atención, en este caso el padre o los hermanos, despertará un sentimiento de celos en el niño.
Debemos hablar de varias etapas en el desarrollo infantil hasta llegar a la adolescencia. Tanto en el niño como la niña, la figura paterna es quien primero despierta los celos. Una vez que el desarrollo va aconteciendo, para el niño varón la madre es su objeto amoroso y para la niña, será el padre. Esto lleva a una situación de rebeldía y rivalidad, hacia el padre por parte del varón y hacia la madre por parte de la hembra. Sin embargo, podemos encontrar cualquier variante de celos y rivalidad hacia los padres tanto en el varón como en la hembra. El niño y la niña, pueden tener celos y mantener una actitud de rivalidad y rebeldía hacia uno u otro progenitor y a veces hacia ambos.
La mayoría de las actitudes rebeldes en los adolescentes, deben investigarse desde la posición de los celos. Cuanto mayor son los celos, mayor suelen ser la rebeldía, la rivalidad, el desprecio y el afán de venganza hacia las figuras paternas. No resulta fácil para los padres manejar los celos que un hijo padece, por lo tanto, se aconseja la intervención de un especialista para poder marcar pautas de comportamiento a los padres y hacer entender al adolescente su comportamiento.
Cuando los celos son despertados por la figura de un hermano, bien recién nacido o ya nacido antes que el menor, la manifestación de los celos es evidente por la rivalidad, la pelea, el desprecio, el odio que pueden exteriorizar hacia el mismo. Podemos encontrarnos acusaciones del adolescente hacia los padres de “querer mas a su hermano que a él o mostrar ciertas preferencias”. Aquí la labor de los padres es importante y vuelve a ser aconsejable la intervención terapéutica porque unos celos que perduran en la adolescencia, con signos de violencia y agresividad muestran que han conformado el carácter del adolescente con posibles repercusiones futuras en sus relaciones personales. Unos celos muy intensos, hablan de un fuerte lazo afectivo de unión hacia los padres y hermanos. Quiero decir que tras unos celos, siempre se esconden deseos sexuales inconscientes que el adolescente desconoce pero que padece sus efectos. Cuando la rebeldía afecta a los estudios, a la relación con los padres y se observa un sufrimiento en él, una intervención terapéutica mejora los síntomas de los celos y ayuda a que el adolescente se desligue de ciertos lazos familiares que le someten a la familia y pueda incorporarse al mundo de manera más sana. 

domingo, 3 de mayo de 2015

Hijos Adolescentes Rebeldes (1)

Hay un pasaje común a todo humano, que es pasar de niño animal, es decir, dependiendo totalmente de los padres, a niño humano, donde comienza la futura independencia emocional.

No olvidemos que cuando nacemos, la dependencia con la figura de los padres, especialmente con la madre es absoluta, en el sentido que la vida del niño depende de la madre, de su deseo, de sus ganas porque su hijo viva. El niño no habla y las necesidades las muestra a través de la inquietud y el llanto. La madre piensa que ahora necesita comer, ahora dormir, ahora que lo mezan… podemos decir que hay una total dependencia niño madre sin la cual no podría el niño vivir.

Según madura el niño, comienza a emitir ruidos, pequeños signos que van señalando a la madre sus necesidades y cuando comienza a hablar, el niño pide lo que necesita.
En este pasaje de la necesidad mas absoluta hasta las primeras demandas del niño, se constituye una parte de su futura personalidad. Según la dependencia de la madre con el niño, así será luego la independencia del menor.
Cuando la madre es muy dependiente del niño a este le costará mas su independencia emocional y cuanto menos sea dicha dependencia, el pasaje de niño a adolescente, le será mas fácil y menos conflictivo.

Cuando hablamos de niños rebeldes, tenemos que matizar varios aspectos y tendremos que dedicar varios artículos para diferenciar que no todas la rebeldías son iguales.
Hay rebeldías que son modos de venganza en el menor hacia la figura de uno o ambos padres. Esta rebeldía está ocasionada por el sentimiento de los celos, bien hacia uno de los padres o hacia los hermanos. La agresividad, la violencia, no deja de ser manifestaciones de un poderoso sentimiento de los celos.
Existe también la rebeldía de la separación, es decir, un hijo que habiendo sido muy dependiente emocionalmente de sus padres, manifiesta una rebeldía progresiva que será el modo en que pueda separarse emocionalmente de sus padre.
Capítulos aparte serán los hijos que caen en la droga y suele ser por un sentimiento depresivo melancólico.  ( continuará )