lunes, 26 de julio de 2010

LA REFORMA EN LA EDUCACION

Si en algo hay que cambiar la educación, habría que pensar en la formación de los educadores. Los profesores, maestros, desconocen el funcionamiento del aparato psíquico. Tal es así que no logran comprender la mayoría de los procesos psíquicos que muestran los alumnos. La agresividad, la apatía, el desinterés por el estudio, la falta de compromiso, la incapacidad para pensar un futuro, son algunos de los muchos síntomas que muestra el alumnado en nuestro país. La tasa de fracaso escolar cada día es más alta. Para empezar, nuestros educadores no disponen de elementos suficientes para entender, comprender y saber gestionar las múltiples manifestaciones de la personalidad de sus alumnos, lo cual les lleva a un nivel de estres y rechazo hacia los mismos. Un educador debe saber el funcionamiento de la mente. El desconocimiento genera prejuicios, malos pensamientos y una lectura equivocada de la realidad. De ahí que muchos profesores sientan rechazo por su trabajo y adopten posturas defensivas hacia sus alumnos. Esto multiplica la agresividad y acaba generalmente en agresiones. Con respecto a los alumnos, es necesario que dentro del estudio se incluya la enseñanza del psicoanálisis. Los jóvenes y adolescentes, enferman, fracasan por desconocer sus propios principios psíquicos. Si se conocieran mejor así mismos, sufrirían menos y comprenderían muchas de las cosas que les pasa y que les hace vivir su vida de estudiantes con ingratitud y falta de deseo. Basta ya de negar un conocimiento al cual tienen derecho todas las personas de adquirir. Un conocimiento de la psiquis evitaría el fracaso escolar y los fracasos de la vida. Si queremos una nación fuerte y poderosa, debemos empezar por lo pilares, que son tener una población de jóvenes sanos. Si algún día llego a ser Ministro de Educación, la reforma que haría en la enseñanza pasaría por aplicar el conocimiento del psicoanálisis a profesores y estudiantes. Se salvarían muchas vidas.

domingo, 11 de julio de 2010

TERRORES Y MIEDOS INFANTILES

Con frecuencia, los niños comienzan a manifestar miedos y angustias sin que se halle una causa aparente o racional. Todos los miedos y terrores infantiles, tienen su origen en el desarrollo psicoemocional y psicosexual, donde el niño está procesando todos los nuevos conocimientos que va obteniendo de la realidad pero a veces, es mas la información que recibe que lo que puede comprender. El miedo y el terror tiene que ver con la aparición de ciertas fantasías que el niño produce en su mente, producto del desconocimiento o de su inmadurez emocional. La infancia es el lugar adecuado para que el niño comience a establecer una relación adecuada con el padre, con la madre para en un futuro poder separarse y desarrollar su autonomía e independencia. Sin embargo, amparados por un exceso de protección, que el niño sabe usar a su favor, los padres pueden tener ciertas tendencias proteccionistas que no le hacen bien al desarrollo infantil, ya que genera uniones duraderas o ligazones afectivos que afectan al desarrollo del niño. Un niño no está mejor atendido porque se le dedique más horas. Nunca es una cuestión ni de tiempo ni de cantidad, se trata de tener calidad en la educación de los hijos, en prestarles las atenciones necesarias, pero estableciendo límites, pues todos los excesos educativos pueden acabar siendo el eje productor de la neurosis infantil. Cuando el niño comienza a sentir miedo o terror, debe ser revisada la relación con el padre o con la madre, en un primer término. Es muy probable que halla habido algún tipo de interferencia en dicha relación que en algo ha perturbado al niño y nadie se ha dado cuenta. El tratamiento de los niños en edades tempranas, siempre es a través de la figura de los padres. Dando unas indicaciones precisas al padre y a la madre, se logra que el niño entre en un orden de relación con los padres y sus cosas que hace desaparecer todo miedo y toda angustia. Debemos recalcar que cuando un niño comience con algún tipo de neurosis, debe consultarse rápidamente a un especialista ya que en estas etapas del desarrollo infantil es cuando más fácilmente se puede genera un daño psicológico que pueda tener mayores repercusiones en su futuro.